Castiel y yo estábamos en el salón haciendo el trabajo a
regañadientes, solo hablábamos si era necesario, intenté concentrarme solo en
el trabajo que teníamos que hacer, pero me era imposible con Castiel mirándome
todo el tiempo. Al cabo de una hora, sin poder aguantar más sus miradas dije
que me iba a por una libreta a mí cuarto.
Subí las escaleras y entre a mi cuarto, me desplomé en mi
cama, entonces oí un ruido y vi al pelirrojo apoyándose en el marco de la
puerta. Me incorporé en la cama y le dije:
- ¿Qué pasa?
- Cami yo… tenemos que hablar sobre lo que te dije… - dijo
acercándose.
- Lo de… - dije pero él me corto
- Lo de la enfermería. - le hice un gesto con la mano para
que se sentara conmigo y tragué saliva.
- Dime - le dije con algo de temor a lo que podía oír.
- Lo que te dije ese día... no fue mentira, ni ninguna
broma.
- No, no lo creo, ayer hiciste como si no hubiera pasado
nada y hoy me vienes con esto… ¡lo dices por pena!
- ¿¡Cómo puedes ser tan testaruda!? ¡Después de estar
enamorado de ti tantos años y no me crees! ¡¿Te amo, es qué no lo entiendes?!
- ¡Entonces demuéstramelo, demuéstrame que me quieres de
verdad! - ya estábamos los dos irritados y gritando.
- Tú lo has querido.
Castiel me empujó en la cama de modo que él quedó encima mío
cogiéndome las muñecas y me beso, primero fue un beso suave y dulce, nunca creí
que el pudiera dar besos así, el beso no tardo en volverse más apasionado.
El ambiente se puso más salvaje y el pelirrojo fue
soltándome las muñecas para quitarme la camiseta y dejarme en sujetador. Me
siguió besando hasta que en un momento dado empezó a besarme la mejilla y
después fue bajando a mi cuello. No pude evitar soltar un gemido, estaba en las
nubes, sentí que Castiel sonrió al oírme. Dejándome llevar hice un movimiento
raro que dejo a Castiel debajo de mí y le quite la camiseta.
- ¿Cómo has hecho
eso? - preguntó él con una sonrisa que creo que podría derretir una pared de
ladrillos.
Yo le iba a contestar pero él me beso y no tuve más remedio
que callar. Su parte de arriba era perfecta sus pectorales eran… eran… de ensueño,
sus brazos enormes y tenía una tableta que a cualquiera se le podría caer la
baba. Pronto las manos de Castiel encontraron el broche de mi sujetador, pero
no conseguía desabrocharlo.
En ese momento oí el ruido de la puerta de abajo abrirse
para después cerrarse y oír gritar a mi hermana mi nombre, ninguno de los dos
se movió del sitio y seguimos con lo nuestro.
Los pasos de Sanae subiendo las escaleras me despertaron del
trance en el que estaba y a Castiel también, cogimos nuestra ropa alarmados lo
más rápido que pudimos, me puse mi camiseta y me arregle ya que había quedado
medio despeinada al hacer… bueno eso.
Cogí unos libros que tenía por ahí tirados y me los puse a
modo que pareciera que estaba estudiando y le di uno a Castiel.
Estaba muy agitada, no sabía si Sanae se daría cuenta.
La puerta se abrió de repente y Sanae nos miró.
- ¡Ah! ¿Sigue este aquí? - dijo ella.
- ¿Es que no me ves o qué? - dijo Castiel fastidiado.
- Hermanita, no sé cómo lo aguantas - me dijo mi hermana, en
ese momento se me quedo mirando, ¡Oh mierda, su radar de perversiones nos ha
pillado!
- Cami… -me dijo.
- ¿Qué? - le respondí lo más normal que pude.
-Tienes el pelo horrible arréglatelo más o no ligaras en tu
vida - y después de decir eso se fue dando un estruendoso portazo.
Solté un suspiro enorme y Castiel soltó una carcajada.
- Bien, ¿seguimos con lo que estábamos haciendo? - me dijo
como un pervertido.
- No pongas esa cara, ¡pareces un acosador! - le dije
tirándole una almohada a la cabeza.
- Ya verás lo que te hace el acosador- y se tiró de nuevo
encima de mí.
- Castiel que esta mi hermana en la habitación de al lado.
- Suficiente la demostración - me dijo al oído.
Me puse roja y él se separó de mí y rio.
- No tiene gracia - me quejé aún con la cara como un tomate.
- Entonces… ¿me quieres? - dijo el sonrojándose.
- Pues claro que sí, ¿en qué pensabas cuando nos besábamos?,
pedazo de tonto.
- Eh, pues-
- No hace falta que contestes a eso…
- Mejor.
- Sobre lo que dijiste antes… ¿Desde hace cuánto que estás
enamorado de mí?
- ¡No me hagas decir más cursilerías!
- Jooo, solo dime.
- No, ¿o es que quieres que te torture?
- Depende de cómo me tortures - ¡¿Yo he dicho eso?! Me
enrojecí un poco más.
- ¿Me estas proponiendo algo? - dijo él sonriendo
maliciosamente.
- ¿¡Ves lo que me haces decir!? ¡Yo a ti te hago decir
cursilerías pero tú a mí me haces decir cochinadas!
Castiel no paro de reírse durante unos minutos y cuando
decidió que ya era hora de parar le dije:
- Que te parece si dejamos lo que queda de trabajo para
mañana y vemos una película, como cuando éramos niños – sonreí.
- Vale pero tienes que hacer palomitas saladas.
- ¡Dulces!
- ¡Saladas!
- ¡Dulces! - y me puse a hacer pucheros como un bebe.
- Está bien, dulces - dijo rodando los ojos.
- Nyaaa, te quierooo ~ – a lo que le abracé.
- Solo me quieres porque te consiento - dijo en tono
dramático.
- No sabes actuar.
Fuimos al salón y seguimos haciendo el tonto, pusimos a
hacer palomitas, cuando se terminaron de hacer, las puse en un pote y las lleve
al sofá donde Castiel se había sentado a su manera, yo me puse a su lado con
las piernas apoyadas en las suyas, desde pequeños que nos sentábamos raro al
ver la tele. Al principio a Castiel le molestaba que me pusiera así, pero al
ver que no podía llevarme la contraria ( JÁ!) acabe sentándome como quise.
- Por cierto, ¿qué vamos a ver?
- Eh… ¿Alguna de Pesadilla en Elm Street?
- Te siguen gustando las películas viejas, ¿eh?
- Sí ~, son mis favoritas y más si salen muertes como esas.
- Estás loca, pero vale, a mí también me gustan esas
películas.
- ¿Vais a ver una película? - preguntó Sanae entrando al
salón.
- Sí, ¿no podemos? - dije inocentemente.
- Claro que sí mi cosita mona, pero me quedare por aquí por
si el pelirrojo de bote este te intenta hacer algo. - dijo mi hermana
achuchándome.
Castiel le puso una mirada asesina y Sanae le saco la lengua
abrazándome más fuerte como diciendo ‘’Es mía y de nadie más’’.
Después de todas estas peleítas tontas pusimos al fin la
película, Castiel y yo nos reíamos con las muertes de los personajes mientras
que mi hermana estaba medio muriéndose del asco.
En mitad de la película mi hermana no aguantó más y se fue a
vomitar al baño, Castiel estuvo descojonándose una media hora por la cara de
Sanae.
Total, no acabamos de ver la película y nos pusimos a hacer
tonterías, en un momento dado Castiel empezó a hacerme cosquillas y casi nos
besamos pero justo en ese momento Sanae volvía al salón, nos separamos muy
rápido y mi hermana pareció no enterarse de nada ya que aún tenía nauseas.
Pasamos un rato más charlando y como ya era bastante tarde Castiel se iría a su
casa pero mi mente parecía no querer que se marchara porque cada vez que se
giraba para andar le cogía del brazo instintivamente.
- Cami mañana nos veremos, suéltame ya, por sexta vez. - decía
Castiel cansado.
- ¡Nyaa, es que no quiero que te vayas!
- ¿Quieres que duerma contigo? - puso su voz seductora.
- Mejor no - tenia pavor a que si hacíamos algo por la noche
Sanae nos encontrara en pleno acto.
- ¡Entonces déjame marchar!
- Vale, pero mañana ven temprano - dije soltándole el brazo
por fin.
- Está bien - miro a ver si mi hermana estaba por ahí y me
dio un beso corto en los labios.
Nos despedimos por última vez y cerré la puerta. Al girarme
me encontré con Sanae.
- ¿Qué hacíais cuando llegue a casa? - me dijo, ¡AH! Mierda,
¿¡qué le digo!?
- Pues el trabajo de ciencias, ¿qué te pensabas? - dije
intentando disimular mi nerviosismo.
- Mmm… - no estaba muy convencida de mi respuesta así que le
cambie de tema.
- ¿Y qué pasó con tu cita exactamente?
- ¡Ah! El tío era muy majo y también estaba muy bueno, pero se pasó tooodo el rato hablando de sí
mismo, me canse de él y me fui. - era muy fácil cambiarle de tema a mi hermana,
si le contaba lo que había hecho con Castiel y que íbamos a salir juntos se
pondría el modo posesivo y no me dejaría salir de casa y creo que tampoco me
dejaría ni abrir una ventana, con tal de que no se me acerquen lo que sea.
- Ya encontraras a alguien mejor - le dije animándola -
Tengo hambre hermanita.
- Ya te hago comida mi cosita mona - me dijo con otro
achuchón antes de irse trotando felizmente.
Situación controlada ya veremos cómo reacciona la gente ante
esta noticia.