viernes, 22 de noviembre de 2013

Capítulo 11~



Sui y yo fuimos a la cafetería más cercana que había, pedimos unos cafés, y unos bollos, y nos sentamos.
- ¿Enserio tengo que contártelo? – preguntó ella con un poco de cansancio.
- Sí, y con todo lujo de detalles - le contesté, bufó y entonces empezó a contarme.
- Hace un par de semanas que entre a la tienda, nunca había entrado porque no me había llamado la atención pero en ese momento necesitaba unos pantalones. Unos minutos antes un beauceron me había atropellado, ¿A que no sabes de quién era?
- ¿El perro de Castiel?
- Sí, se le había escapado de las manos y al empujarme el perro, caí al suelo y me rasgue los pantalones. Me había hecho un agujero bastante grande y la única tienda de ropa que había cerca era esa, así que entre y lo vi a él.
- Y te gusto…
- ¡No! Me pareció guapo pero no más.
- Qué mentirosa - le dije riendo.
- Bueno ¿Quieres que te lo cuente o no?
- Sí, venga, cuéntame - dije sonriendo, a lo que Sui respondió con una mirada asesina.
- Me atendió muy bien y compré unos pantalones, todo normal. Los días pasaron y yo sin darme cuenta iba hacia la tienda, no entraba pero me quedaba mirándolo fuera sin que me viera.
- Que lo espiabas - la interrumpí y bebí un poco del café que nos habían traído.
- ¡Cállate o no te lo cuento!
- Vale, vale.
- La cosa es que empezaba a venir todos los días a verle, él no lo noto, o al menos eso creo y hoy pues os he encontrado, y no he podido esconderme a tiempo.
- Ajá – asentí con una gran sonrisa – ¡Estas enamorada de él Sui! ¿Es que no lo ves, sino porque vas a verle todos los días?
- Bueno yo… - se lo pensó - no lo sé, supongo que tienes razón, no es tan mal chico y además es guapo…
- ¿¡Lo ves!?
- Ya dejemos de hablar de esto, Eli me dijo algo sobre tí y Castiel en la enfermería que no le habías dicho algo, no sé muy bien, ¿Pero qué paso?
En ese momento me puse rígida. ¿Cómo es que acababan enterándose todos de todo? Qué fastidio.
- Cuéntame, yo te he contado esto ahora tú me cuentas eso - dijo ella.
- Uff, está bien - a alguien se lo tengo que decir después de todo…
Le dije todo lo que había pasado en la enfermería,  lo que me dijo hoy Castiel y bueno… mis sentimientos.
- En resumen, que te gusta y él es un idiota - dijo Sui como si nada - Eso es ¿no?
- Sí, y mañana vendrá a mi casa para hacer el maldito trabajo. – dijo inflando mis mejillas sonrojadas.
-Tendrás que aguantártelo.
Estuvimos hablando un rato más allí y al cabo de media hora decidimos irnos a casa ya que ninguna de las dos se había acordado que tenía deberes que hacer.
Cuando llegué a casa Sanae estaba tan cansada de trabajar que no me hizo ningún interrogatorio, menos mal.
A la mañana siguiente amanecí no muy contenta, hoy tendría que aguantarme a Castiel toda la tarde, menos mal que estará Sanae al menos si ella viene a cada rato para ver lo que hacemos estaré más tranquila.
Todo controlado. Me vestí, desayuné con Sanae, fui con Lysandro al instituto… Tuve que contarle lo que me dijo Castiel ayer, pareció sorprenderse un poco, pero sonrió, no sé qué habrá pasado. Cuando llegamos al instituto enseguida nos tuvimos que separar por las clases. Fui con Mizuno, Misa, Hikari y Beato a clase ya que nos tocaba juntas. Estuve distraída en todas las asignaturas, algunos profesores me llamaron la atención pero no les hice mucho caso. A lo único que le prestaba atención eran a mis pensamientos. Noté como las chicas me hablaban y de repente, en frente mío, había una mano agitándose. Era la mano de Hikari que comprobaba si estaba viva.
- Cami es hora del almuerzo ¿En qué mundo estás? - me dijo Mizi.
- ¡Ah! Vamos a comer – dije distraída.
Me levanté de mi silla y vi que todos ya se habían ido, menos mal que me avisaron que si no me quedaba ahí. En el camino hacia el patio las chicas me hablaban.
- Enserio, ¿qué te pasa? - me dijo Beato.
- Estás como ida Cami - decía Misa.
- Lo siento, es que… - no pude terminar porque Lenny y Eli me cogieron de los brazos y me arrastraron hasta una parte de atrás del instituto, seguidas de las chicas que ya iban conmigo y Rin, Nicol y Sui.
- Ahora si nos vas a decir todo lo que le has dicho a Sui - dijo Lenny soltándome.
- Gatita somos tus amigas y llevas en las nubes dos días, explícanoslo - dijo Eli.
- Algunas de nosotras no te conocemos mucho pero también queremos saber lo que te pasa Cami - dijo Hikari.
- Tu grupo también tiene derecho a saber lo que le sucede a la cantante - dijo Rin.
- Todas te hemos cogido mucho cariño, por eso tienes que contarnos lo que te pasa, estamos preocupadas.
- Está bien, siento haberos preocupado tanto, no es muy importante - les dije para que se calmaran.
- Tiene que ser algo importante si vas como un zombi por el instituto - dijo Beato.
- Cami, cuéntales como me lo contaste a mí - dijo Sui.
- Nya, os lo contare pero que nadie le diga nada Castiel, por favor - las mire a todas y asintieron esperando que les contara.
Otra vez conté todo lo que había pasado, mi vida estaba empezando a girar en torno a Castiel. ¿¡Será bobo, por qué es tan… como es!? Terminé de contarles y todas se quedaron en silencio pensando en que decirme.
- Vamos que Castiel es todo un tonto - soltó Nicol de repente.
- Este chico es más tarugo de lo que pensaba - dijo Misa.
- ¡Castiel, atontado! - grito Lenny.
- Bien chicas, insultadlo todo lo que queráis, pero nada de decirle que os lo he contado, no creo que se lo tome muy bien si se entera. - les dije.
- No te preocupes, boquita cerrada - dijo Eli, e hizo un gesto con la mano como si llevara una cremallera en la boca.
No pudimos seguir hablando mucho más porque sonó el timbre y nos teníamos que ir.
- Cami la próxima vez que te pase algo así nos lo dices, tonta, no te lo guardes. - me riñó Beato.
- Eso, y si alguien te hace algo me lo dices que me lo cargo con el bate - me aseguró Eli.
- Nya, que buenas sois conmigo chicas – dije feliz.
- Ahí, nuestra gata de siempre - dijo Lenny achuchándome.
De golpe y como un rayo se me vino a la cabeza.
- Lenny tu tocabas la batería ¿verdad? ¡Por favor, te necesitamos como batería! – supliqué.
- Oh, no. Sabía que pasaría esto, yo no me meto en eso - dijo Lenny.
- Venga, porfiiii - dije como una niña pequeña.
- ¡Qué no!
- Si de verdad sabes tocar al menos piénsatelo, aquí no hemos oído más que golpes en los tambores - dijo Rin.
- Si vengaaaaaaaa~ - dijo Sui uniéndose a mí para hacer pucheros.
- Me lo pensaré – dijo Lenny aún no muy convencida.
- ¡Gracias, gracias, gracias! - le dije achuchándola.
- ¡Que solo he dicho que me lo pensaría! - dijo Lenny.
- Yo también quiero un achuchón - dijo Eli haciendo pucheros.
- Nyaaa, Eli que mona te pones al hacer pucheros, achuchoooooon - le dije y nos estrujamos.
- Estamos rodeadas de niñas pequeñas - dijo Beato.
- Es que estás celosa - le insinuó Eli.
- Y bueno volviendo al tema inicial, si esta tarde Castiel te dice algo más dínoslo – dijo Mizi.
- Lástima que mi hermanastro no me haga caso que si no le diría unas cuantas cosas - me dijo Rin con una sonrisa.
- ¿¡Es tu hermanastro!? Ahora me entero – se sorprendió Nicol.
- Ya bueno, muchas nos enteramos hace poco - dijo Sui.
- Pero Cami lo sabía - dijo Eli.
-Lenny y yo también, pero como Castiel no había dicho nada dejamos el tema de lado - dijo Beato.
-Ya, bueno, ¡A mover el culo que llegamos tarde! - dijo Lenny.
Fui con Eli, Nicol y Lysandro, que nos lo habíamos encontrado en el camino, a clase. Eli estaba en modo ‘’chica bonita’’ que consistía en portarse como un ángel mientras estaba Lys delante, Lys parecía encantado con ella y no paraban de hablar de tonterías. Nunca lo había visto así… me parece que les voy a preparar una cita.
- Cami ¿por qué sonríes así? Das miedo – dijo Nicol alejándose unos metros.
- ¿Eh? ¿¡Tan monstruosa te parezco!? – me escandalicé.
- No, estabas mona, solo que no sé porque sonríes, y quedaba raro.
- ¡Ah! ¿Ves a estos dos? - dije señalando a Lys y a Eli, y sin que escucharan le susurré a Nicol:     - les voy a preparar una cita.
- Parecen los dos embobados - dijo mirándolos.
- Sí, a saber que me dice Eli después, seguro alguna cosa pervertida sobre a qué parte del cuerpo de Lys le falta ropa. - las dos nos reímos y de pronto Eli dijo:
- ¿Qué os hace tanta gracia?
- Ah, nada, nada. Después te lo cuento señorita rubia -le dije, a lo que me saco la lengua.
- Gata de pelo negro - me dijo ella.
Entramos a clase y por una vez desde que llegué me pude concentrar. Hablar con mis amigas hacia un gran efecto sobre mis estudios, menos mal que las tengo. Pasaron las clases y sin darme cuenta estaba temblando, ahora iba a tener que ir con Castiel a casa y quedarme con él. Está bien… calma, Sanae estará allí y no pasara nada.
Sin darme cuenta ya estaba levantándome del sitio, salude a todos mis amigos y me dirigí hacia mi taquilla para dejar algunos libros. Por los pasillos se notaba que era viernes porque estaban todos atolondrados. En eso se me acerca Nathaniel.
- Hola Cami, no te vi ayer… - dijo y le interrumpí-
- ¡Ya me extrañabas, eh! – dije.
- ¿Pasó algo? – preguntó.
- Eeem… - prefiero no contarle, a saber qué pasa entre esos dos que nadie me quiere contar- no nada, solo estuve un poco liada con lo del casting.
- Ah, vale, ¿ya tienes a los integrantes del grupo?
- Nos falta un batería, pero creo que será Lenny.
- Me alegro, bueno, yo me voy solo venía a saber qué tal estabas - me dijo con una sonrisa.
- Esta bien… ¡ah! Casi se me olvida, tendrías que hablar con tu hermana, el otro día estaba acosando a una de mis amigas y por suerte no me lleve una bofetada suya.
- ¡¿Qué?! Esto ya es demasiado, hablare con ella ¿vale? - me dijo algo… ¿avergonzado? Pobre Nath, es verdad que de pequeño era bastante malo con ella pero… tampoco para que Amber se comporte así. Está muy distinto a como era antes.
- Vale, gracias, solo era eso - le dije - No te esfuerces demasiado, que te pasas el día haciendo papeleo, ya pareces un viejo Nathy.
- ¿Ahora me dirás abuelo en vez de hermano? - dijo riendo.
- No, la verdad es que prefiero hermano - dije riendo también.
- Bueno adiós, nos vemos que este viejo tiene que hacer más papeleo.
- Sí, adiós.
Me fui hacia mi taquilla como tenía planeado, la abrí deje mis cosas y al cerrarla…
- ¿Estás lista? - dijo el pelirrojo menos deseado por el momento.
- ¡NYAAAAAAAAH!
- No soy un atracador, eh - dijo Castiel.
- ¡Casi muero de taquicardia! Da igual, vámonos - quería que el tiempo pasara más deprisa, pero no iba a pasar.
Fuimos caminando callados, sin decir nada, Castiel parecía pensar en algo y yo simplemente quería ignorarlo pero no podía. Cuando llegamos a la puerta saque las llaves algo nerviosa, abrí la puerta y me encontré con Sanae toda arreglada.
- ¡Ah, Cami! Menos mal que llegas ya me iba a ir, tengo una cita con un chico guapísimo - dijo toda emocionada, parecía una adolescente, espera… ¿¡UNA CITA?! ¡Hoy no, por favor, hoy no!
-¡Wow, hola Castielín ! - dijo mi hermana - ¿Por qué esta aquí? - me preguntó.
- Yo también me alegro de verte Sanae - dijo Castiel, sarcástico.
- Tenemos que hacer un trabajo de ciencias – dije nerviosa.
- Mira que engañar a Lysandro así, eso está muy mal Camila Shinzo. - me riño mi hermana como a una niña pequeña.
- Sanae que no voy a salir con Lysandro…
- Vale, vale, por hoy te dejo que me voy ya. - dijo caminando hacia la puerta del jardín.
- ¡No, espera! - le grité, pero dijo:
- Como os pille entre arrumacos cuando vuelva, ¡no te lo perdonaré, hermanita!
Y antes de que pudiera decir nada se fue. Mire a Castiel que me estaba observando y dije:
- Pasa, ‘’Castielín’’ - sin muchas ganas.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Capítulo Extra (La princesa Escarlata)



Antes de empezar, solo quiero decir que este capítulo va dedicado (no podía ser otra persona) a mi querida esposa, amante, ama, hermana, miembro terrorista de la CAE... Sofu :'3 Me ayudo mucho a escribir este capítulo extra, me estiró de la cola y las orejas para que escribiera y todo, es una gran persona (que cumple mis deseos masoquistas (?)). Le quiero dar las gracias con esta mini-dedicatoria, aunque ya le haré algo más especial, mas íntimo, mas sexy si os parece. xD Ah sí, que no se me olvide decir, que Shana es invento de Sofu, así que dadle las gracias por eso también.

Era una fría mañana de invierno y nuestros protagonistas iban por la calle a paso lento hacía un destino desconocido.
- ¡Pero caminad más rápido! ¡Qué Ren se quedará solito allí! – gritaba nuestra principal protagonista de orejas gatunas.
- Ya vamos, hermanita. – dijo su pervertida hermana aferrándose más al brazo de su esposo a causa del frío.
- Sanae, ¿qué quieres hacerle tan apretada a James? – dijo Cami.
- Jolines, es que tengo frío – se quejó Sanae.
- Pues entonces yo… - de pronto, la gata recordó algo malicioso que solía hacer en su juventud. – ¡Manos frías para el hombre caliente! – gritó esta, a la vez que ponía sus manos, sin guantes, en la espalda de su amado Castiel.
Castiel se quedó completamente quieto mientras Cami pasaba sus manos heladas por toda su espalda y pecho.
- Nya, estás tan calentito como siempre.
- Mira que hacer cochinadas en medio de la calle… - murmuró James pasando por su lado.
- Estos adultos de hoy en día ya no tienen ningún tipo de respeto. – murmuraba Sanae junto a él, como si no les conocieran.
- ¿Cómo es que tienes las manos tan frías siempre? – dijo Castiel sacando las manos de su esposa al exterior.
- ¿Porque me olvido de los guantes y mis bolsillos no son lo suficientemente cálidos?
Castiel suspiró y llevo las manos de Cami hacia su boca, dónde entre las suyas, las intento calentar con su aliento. La gata se sonrojó, puesto que su esposo pocas veces se mostraba tan cariñoso en público.
Después de eso, anduvieron todo el camino hacia el colegio de su hijo con sus manos entrelazadas en uno de los bolsillos de la chaqueta de Castiel.
Pero este no es su capítulo, sino el de otra persona. Alguien más importante. Más imponente. Más sexy. Más bella. Más princesa y menos gato.
Shana Scarlet.
- ¡Shana-chan!
- Oh, Midori.
- ¿Ya te vas a casa? – le pregunto su compañera de clase cuando recogían sus cosas.
- Sí, pero a casa de James y su esposa, más sus tropecientos hijos. Parece la selva.
Al mismo tiempo, nuestros personajes llegaron sanos y a salvo de la peligrosa vida en el exterior, recogiendo con éxito al cachorrillo de Castiel y Cami.
- ¡Nya, nya, nya! Sigues tan blandito y calentito  que siempre – le gritaba a su hijo mientras lo estrujaba fuertemente entre sus brazos.
- ¡Mamá! – protestó él sonrojándose.
Su desvergonzada madre monta demasiado alboroto al recogerle de la guardería.
- Afh, por Dios. – Castiel, algo molesto, le robó a su esposa su querido gatito. Él siempre salvando a su hijo de futuros problemas con sus compañeros a causa de su madre en tan mal estado mental. *Oye, que yo no estoy tan mal.* Tú, a callar. *EH!? NARRADOR INSOLEN-*
- ¿Cuántos moratones tienes hoy? – le preguntó Castiel a Ren.
- ¡ONCE! – contestó el cachorrillo alegremente.
- ¡Wow! Alucinante, choca esos cinco. – Castiel levantó su mano y Ren dio una palmada contra ella.
- Deberías enseñarle a dejar de meterse en líos en vez de alentarle. – dijo James, muy sabio él.
- Cállate, vejestorio. – le gruñó Castiel.
- Eso, eso. ¡Cierra el pico! – le gritó Ren riéndose.
- ¿VEJESTORIO?
La pandilla siguió andando, con Ren subido a lo alto de los hombros de su padre, para llegar al instituto Harmony donde estudiaba Shana, nuestra protagonista de hoy, aunque no lo parezca, aún. Obviamente, no iban solo de visita o para ir de camino a casa juntos, sino para acosarla.
Entre tanto, con la protagonista… Estaba saliendo ya de aquella cárcel, cuando la presidenta del consejo estudiantil empezó a caminar con ella, su presencia no la irritaba pero tampoco estaba para hablarle mucho.
Total que mientras ella hablaba Shana no escuchaba nada de nada, como si llevara dos radios pegadas a la cabeza.
Shana Scarlet le vio. Ahí estaba él. Con su pose de: ‘’Soy un chico malo, no se me toca.’’ Y su cara de: ‘’Jum, que sexy soy y que culito tengo.’’ *Este narrador cada vez está peor, ¿quién le ha contratado?* Tú. *¡MENTIRA!*
Siguiendo por dónde íbamos…
Ryu Tsusugami, ese era el nombre de aquel chico misteriosamente sexy.
- ¡Shaaana-chan! – se oyó una voz agitada a lo lejos. Que no era otra más que Sanae.
- Oh no… - murmuró la joven Shana sin atreverse a girar la cabeza para mirar.
- ¡Shana onee-chan! – le gritó el joven Ren a hombros de su padre.
- Oye, Ren, no te muevas tanto. – se quejó Castiel.
La presidenta no tardó ni medio segundo en despedirse de Shana e irse al ver a sus familiares allí pensando que podría interrumpir algo importante. La pobre era tímida.
Nuestra protagonista caminaba hacía Ren que parecía el único que estaba mejor de salud mental allí, claro está, observando de reojo a Ryu que hablaba con otra chica. Este pareció notarlo y nada más cruzar miradas, él sonrió. Ella se limitó a pasar se largo sin volverle a mirar.
Saludó a Ren alegremente justo como él lo había hecho, se percató de que Ryu, a lo lejos, tenía intenciones de hablar con ella. Pero Shana no estaba para aguantar nada más, así que los hizo apresurar a todos para que se fueran.
- ¿Eeeh? ¿Quién es ese chico tan joven y atractivo? – preguntó Sanae a la cual no se le escapaba ni una con su radar de la pervertida.
- ¡Sanae! – le riño Cami a su hermana dándose cuenta de que James ya estaba en el suelo deprimiéndose.
- Ya no le gustan los hombres como yo… Ahora va a por más jóvenes… ¿Es qué mi don de la seducción se ha perdido? – decía él.
- ¡Ah, no! Lo siento cariño, solo lo decía para chinchar un poco a Shana – se excusaba Sanae ante su esposo.
- ¡HUM! – Shana ya estaba ofendida y les obligaba a ir más rápido. No se dio la vuelta para comprobar que Ryu los seguía, pero no lo creía así que solo siguió andando tranquila.
- ¿Y por qué han venido Sanae y James? – preguntó Shana fríamente durante el camino.
- Jo, ¿No estás contenta de que vayamos todos como una familia feliz? – decía Sanae infantilmente, con las risas de los demás de fondo, las cuales fueron acalladas por la mirada asesina de nuestra princesa protagonista de hoy. – Ya que a Cami no le intereso más como hermana necesito a alguien con quien bañarme.
- Con tantos churumbeles que tienes y no estás satisfecha… - murmuró Shana con cansancio.
- Es que Diana dice que ya es mayor y que no necesita que la bañe, Cecilia ni me hace caso, Estella prefiere bañarse sola, Grace me ignora, Alice es demasiado hiperactiva y acaba mojándolo todo si no la sujetas bien que, por cierto, luego no hay quien saque tanta agua de ahí. James deberías ayudarme a limpiar lo que hace Alice, después de todo también es hija tuya, si tienes tus ojos, sí, y mi pelo y… hay, que mona es. ¿Sabes? El otro día me dijo que había hecho un dibujo de un pato en el cole y…
Sanae siguió parloteando con James, totalmente fuera del tema principal del que estaba intentado explicar. Como si eso ya no tuviera nada que ver.
- Tranquila, no pasará mucho tiempo hasta que se canse de andar y se vaya – le dijo Cami a Shana a espaldas de su hermana mayor.
Sanae y su esposo charlaban animadamente sobre la cena que esa misma noche prepararían. Hoy el tocaba cocinar a Sanae.
- Uf, mi estómago no lo soportaría una vez más. La semana mexicana de ‘’Sana-chan’’, con toda esa comida picante y… - a Shana parecían subirle los colores al recordar aquellos sabores y manjares radioactivamente incomestibles para ella (y para el resto del mundo).
- Te comprendo. – Cami suspiró– Entonces… hoy quizás debas cenar con nosotros, ¿VERDAD, CUÑADO? – le gritó a James.
- ¿¡Qué!? ¡PERO SI HAY TACOS! No te los puedes perder sobrina mía. – dijo él ilusionado, mientras Sanae le hablaba al aire sobre las patatas que se había comido en un restaurante de comida rápida.
- ¿James, como soportas toda esa comida? – preguntó Shana.
- ¿Pero qué...? ¡Si mi mujer es la mejor cocinera del mundo!
Ahora ya sabemos porque aquel doctor tan sexy se había casado con semejante cocinera. El amor te deja ciego, como si te echaran spray de pimienta en la cara y no pudieras echarte agua para ver.
La pareja de vejestorios siguió brincando como jóvenes por la calle  sin atender mucho a los demás.
- Jamesito, aún tenemos trabajo que hacer con Shana-chan. – explicó Cami.
- ¿Pero el trabajo no estaba entregado ya? – gritó Ren lo que parecía a los cuatro vientos.
- Ah, el trabajo es importante, entonces si podéis ir. – contestó James más distraído que nadie. Hipnotizado por su esposa la cual le hablaba como si le interesase sobre los flamencos rosas del zoológico.
- Rápido, ¡huyamos! ¡Es nuestra oportunidad! – la Gata camino sigilosamente hacia otra dirección, mientras su cuñado y su hermana seguían de largo por la calle.
- ¡Mamá!
- ¿Sí, cachorrillo?
- ¿Por qué tito James y tita Sanae se alejan? – preguntó Ren inocentemente.
- Porque la comida de Sanae estaba envenenada y no les quedaba mucho tiempo antes de que se convirtieran en zombis a causa de ella. Es lo que tiene comprar en un super barato. – le dijo Castiel a su cachorro, caminando junto a él. En algún momento se cansó de los hombros de su machote padre y se bajó de encima.
- Castiel, no lo asustes, ¡qué le dije que si pasaba teníamos una motosierra en casa! – gritaba la gata horrorizada – ¡Tranquilo cachorrillo, que los tíos no tienen el Virus-T!
- Menudos padres estáis hechos – decía Shana mientras Castiel reía a carcajadas y Cami estrujaba a Ren.
Siguieron andando un poco más y no tardaron en adentrarse en la primera tienda de comestibles que vieron.
- ¡Yo quiero flaaaaaaan~! – gritó Ren haciendo un amago para correr derechito a la nevera de postres.
- Nya, a ver si te comportas Ren, y compras unas galletas para tu madre. – le dijo Cami como si se tratara de algo grave, y lo era.
El niño camino por el pasillo de los dulces con un rostro pensativo. Sabía que si elegía bien el paquete de galletas obtendría más puntos positivos con su mama gato, por lo tanto, más posibilidades de que le comprara aquella consola de video juegos tan ostentosa y cara que llevaba observando en distintas tiendas desde que la sacaron en televisión por primera vez.
El pequeño rastreo los envoltorios de paquetes hasta que dio con uno especialmente… especial. Se trataba de un paquete con un dibujo, mal hecho, de un gato mordiendo una galleta color rosa que fácilmente tendría un billón de calorías.
Ren no se lo pensó dos veces y le llevo las galletas para que su madre les diera el visto bueno.
- ¡Nya! – dijo sorprendida la mujer gatuna – Este es nuevo. Me lo llevo. – dijo rápidamente mientras se lo entregaba al cajero. Este la miro raro, pero obviamente, poco le importaba ya a Cami. - ¡Por esto puedes coger dos flanes!
El cachorrillo sonrió y fue corriendo a por su postre.
- Entonces yo iré a por tres flanes. – dijo Castiel. El rockero fue detrás de su hijo con una sonrisa maliciosa luciéndose en su cara.
Shana solo podía observar como todos se volvían locos por los dulces y se consumían en lo que sería su diabetes futura. Está bien, no pasará. Pero podría. Aunque, aprovechó y se compró unas gominolas.
Al salir todos de la tienda, con sus tesoros comestibles, Shana no pudo evitar fijarse en un cartel pegado a la vidriera del local de al lado. Se acercó a mirarlo más detenidamente y se sorprendió al encontrarse cara a cara con una imagen de una de las integrantes de Metal Goddess.
- Oh, maaama, es tita Sui. – dijo Ren saboreando su flan.
- ¡Te dije que no podías abrir el flan hasta comerte las verduras! – le riñó Cami.
- Oh, es verdad, es Sui. – dijo Castiel con flan en la boca.
-  ¿Tú también? ¿Qué ejemplo le das a tu hijo? ¡Injusticia! – gritaba su esposa ofendida.
- Se ve muy genial – dijo Shana admirando lo que veían sus ojos.
- ¿Es que nadie me va a hacer caso?
- Ven a verlo – dijo Castiel empujándola hacía él para mejorarle las vistas.
- Así que ahora está en otra banda… ¡Me ha sido infiel! – se quejaba Cami. – Aunque está bien… ella hace lo que le gusta. Tenemos que ir a verla tocar.
Siguieron hablando de aquello mientras seguían andando hacia la zona comercial de la ciudad, ya que a Cami le había dado algo por ir a comprar allí los ingredientes para la cena de aquella noche.
Era la primera vez que Shana caminaba por ahí, a pesar de que allá vivido varios años ya en aquella ciudad. No le pareció muy interesante, pero tampoco creyó que debiera serlo, a fin de cuentas, la gente solo iba a comprar. Castiel, Cami y Ren fueron a comprar lo que la señora gatuna deseaba, dejando a Shana algo de libertad para moverse por allí, aunque aún no sabía muy bien que hacer o dónde mirar.
No muy lejos de ella había algo que le pareció interesante de ver allí. Un colgante de un ala de ángel plateado. Todo precioso el, tanto, que Shana no pudo resistirse a acercarse a verlo mejor. Tenía que ser suyo. Rebusco en su mochila y su cartera algo de dinero, pero recordó que se había gastado lo que le quedaba en un libro el día anterior. Lo pensó un momento y se decidió. Le pediría dinero a Cami y cuando pudiera se lo devolvería.
La busco con la mirada entre la multitud de viejecitas comprando verduras y, aunque es fácil distinguirla, no la encontraba. ¿Se habían alejado tanto?
La gente no paraba de acumularse, como si nada más llegar ellos, les hubiera dado a todos por comprar en el mismo sitio. De entre tanto jaleo, apareció una cabellera que le resultaba familiar. No era otro más que Ryu, que los había seguido todo el camino sin que ellos se dieran cuenta. Aunque eso Shana no debía saberlo.
El chico mostraba un rostro desinteresado ante todo aquel bosque salvaje de tiendas. Pero realmente, se había perdido buscando a Shana y no sabía qué hacer. Esta fingió no haberle visto y siguió a lo suyo con lo del colgante.
- ¡Shana! – la llamo Ryu. La chica se dio la vuelta con cansancio. ¿Cómo podía ser tan insistente? ¿Tan increíble le parecía su existencia? – Qué raro encontrarte por aquí. – prosiguió el chico cuando ella había puesto un ojo sobre él.
- Es un país libre, se supone que puedo estar donde quiera, ¿no? – dijo ella a la defensiva.
- Calma mujer, no venía con malas intenciones. Es solo que como hoy me ha parecido que me has evitado…
- No te evito, solo te ignoro.
- ¿Acaso no es lo mismo?
Ella se limitó a ignorar aquella pregunta también, y soltó un suspiro.
- ¿Vas a seguir ignorándome por mucho tiempo?
Shana se quedó callada, sin mirarle.
- Y yo que quería invitarte a un brownie de chocolate...
La oferta era muy tentadora para la princesa. Era su dulce favorito y su debilidad, pero también le molestaba que él lo supiera. ‘’Maldito acosador’’ se decía una y otra vez en su cabeza.
- ¡Irá! – gritó Cami apareciendo con un montón de bolsas colgadas de los brazos - ¿Verdad? – miró a Shana con los ojos brillantes, intentando convencerla mentalmente.
[…]
- ¡Puedes llegar a la hora que sea, pero que sea antes de la cena! – decía Cami mientras se despedía de Shana y Ryu, y se iba felizmente con su esposo y su hijo.
El joven Ryu le agradeció a la gata mentalmente aquella oportunidad de estar con Shana. Aunque ella aún no se creía como la habían convencido para eso. Se giró rápidamente hacia Ryu, que le ofrecía una sonrisa triunfante.
- ¿Qué con esa cara? – preguntó molesta a la vez que se cruzaba de brazos. A causa de sus movimientos, el colgante que pendía ahora de su cuello no dejaba de dar saltitos sobre su pecho.
- Eres sobornable. – le dijo el chico mirando el collar con el ala.
- ¿¡Qué quieres decir con eso!?
Ryu comenzó a andar hacía una dirección desconocida mientras tarareaba una canción.
- ¡Oye, contéstame! – se quejó ella siguiéndole a paso ligero.
- Te llevare a la mejor cafetería de la ciudad en la que le puedes echar al brownie todo lo que te dé la gana, y además, gratis, porque te invito yo. ¿No soy genial? – el chico pasó su brazo por el cuello de Shana y la despeino un poco.
Al llegar a la cafetería, ninguno de los dos se esperó lo que había allí, era… era… una cafetería normal y corriente.
- ¿Esta es la mejor de la ciudad? – preguntó Shana algo decepcionada.
- Eso fue lo que me dijeron… Bueno, sentémonos. – dijo Ryu moviéndose de la entrada. Shana lo siguió pesadamente, y se sentaron en una mesa un poco alejada de la multitud, pegada a una ventana.
- Bueno, ¿por qué me has hecho venir? – preguntó directamente Shana.
- Espera, primero a lo primero. – dijo él acomodándose en el asiento.
- Bienvenidos a Jhon & Cookie, ¿qué desean tomar? - preguntó una camarera que pareció llegar de la nada.
- Un café muy caliente. – dijo Ryu.
Shana abrió la carta de par en par y empezó a pedir cosas como si no hubiera un mañana. Claro está, para hacer disfrutar este encuentro a la cartera de Ryu.
- Unas trufas y… ¡Ah, sí! Un brownie de chocolate. Eso es todo. – terminó diciendo la princesa después de la sinfonía de nombres de postres que se había montado ahí.
- Entendido, les traeremos su pedido en unos minutos.
- ¿Te lo vas a acabar todo? – dijo Ryu mirando el interior de su cartera y buscando oro mágico en su bolsillo o algo parecido.
- Si dejaras de ignorar mis preguntas…
- Sólo quería salir en una cita contigo.
Shana se sorprendió un poco en el fondo de su corazoncito de hierro.
- ¿Por qué te intereso tanto? Insistes en acompañarme a casa todos los días, hacemos juntos los trabajos de clase, me pides los deberes…
Ryu se sonrojó por aquello último.
Shana se acercó más a él.
- ¿Me estás escuchando? - preguntó mirándolo directamente a los ojos.
- Aquí tienen su café, su muffin, el chocolate caliente, las trufas, el batido, la tostada, el croissant, las galletas, las magdalenas, el mont blanc… - la camarera no calló hasta que dejo todo lo que había en su bandeja en la mesa. Nadie sabrá jamás cómo consiguió llevar todo aquello de la barra hasta allí.
- ¿Y bien? – dijo Shana que no había parado un segundo de observar a Ryu con sus ojos miel.
- Es que… me gusta tu pelo. – dijo él zampándose de un bocado uno de los croissants que había pedido ella. Shana se mostró enfadada, y echo todos los platos hacia él menos el del brownie.
- Tranquila, puedes comértelos tú. – dijo él con la boca llena, completamente alegre de nuevo.
Después de aquello hubo un silencio bastante incómodo y Shana se pasó la mitad del tiempo observando el panorama que le mostraba la ventana.
- Oye, si comes tanto ¿no te preocupa engordar? - preguntó Ryu para romper el silencio - Creí que estarías atenta a ese tipo de cosas, como eres la Princesa Escarlata...
- Mi metabolismo lo quema todo - dijo Shana - ¿Y qué es eso de Princesa Escarlata? - preguntó sin entender.
- Así te llaman en el instituto, ¿no? Se supone que deberías saber estas cosas. Es por tu apellido, Scarlet, princesa Escarlata. ¿Entiendes? – explicaba él.
- Lo entiendo, y me parece una tontería, por eso siempre ignoro los rumores y no me entero de cosas como esas - dijo la joven pelinegra - Pero sigo sin entender porque hay tanta gente que me llama princesa.
- Es por tu ‘’elegancia’’. O eso dicen. – comentaba Ryu.
Shana no le contestó y se puso a mirar que podría ser lo siguiente que se comiera de todo lo que había sobre la mesa.
- Oye, ahora que lo pienso bien… ¿Tienes dinero suficiente para todo esto? Si la respuesta es no, no dudes en que saldré corriendo a la más mínima oportunidad, yo no cargaré con el marrón. - dijo pensando una forma de huir en el peor de los casos.
- No te preocupes, no tendrás que calentar. Aunque no lo parezca tengo lo necesario.
Siguieron en aquella cafetería comiendo y charlando, cuando Ryu soltaba alguna que otra burrada, y salieron de allí al ver que se hacía tarde.
- Te acompaño a casa de Cami. – dijo él al salir.
- Puedo ir so-
- Te acompaño. He dicho. – dijo Ryu decididamente.
Por más que la joven lo intentará, Ryu no se separó de ella en todo el camino y andaba felizmente.
No tardaron en llegar mucho a la casa de la gata, o eso fue lo que les pareció a los dos. Que no pararon de discutir en todo el camino sobre si Shana podía o no ir sola por ahí con tanto loco suelto por la ciudad. Ella no paraba de repetir ‘’sé cuidarme sola’’ mientras él lo negaba al segundo.
- ¿Contento? -  dijo Shana enfadada una vez entraron por la puerta y se sentaron en el sofá del salón.
- Sí, bastante - contestó Ryu.
- ¡Hola Shana-onee-chan! - dijo Ren, el cual vino corriendo a saludarla.
- ¡Hola! - le contestó Shana con una sonrisa y acariciándole cabeza, cosa que dejó a Ryu sorprendido - ¿Qué? - le preguntó la joven malhumorada al darse cuenta.
- Nada, es solo que es la primera vez que te veo sonreír - contestó.
- Nya, ya habéis vuelto, ¿qué tal os fue? - preguntó la gata de la casa mientras se comía las galletas que compraron, y evitando así otra discusión.
- Bien - dijo Shana como quién no quiere la cosa - Esto... Cami... - empezó a decir mientras veía el paquete de galletas que la señora gatuna se estaba comiendo.
- Dime - le insistió.
- Estas son galletas para gatos - dijo Shana mientras leía el paquete, y al momento Cami escupió la galleta que estaba comiendo.
- ¿¡QUÉ!? -dijo arrancándole el paquete de galletas de las manos a Shana.
- Hay que ver... Siendo una adulta y ni te molestas en leer los envoltorios de lo que consumes... -decía Shana.
- Jo, ¿qué será de mí ahora? ¿Me moriré envenenada? ¡CASTIEL TE AMO, NO LO OLVIDES, CUIDA BIEN DE REN!
- ¡Mama! – Ren fue corriendo hacia ella preocupado.
- No te preocupes cachorrillo, te vigilaré desde el arcoíris unicornial.
Ryu y Shana estaban a punto de soltar unas carcajadas cuando apareció Castiel y levantó a Ren como a un saco de patatas.
- Las galletas para gatos no matan y tu madre es inmortal, ahora ya lo sabes. – le dijo su padre, acto seguido lo volvió a dejar en el suelo.
- Mama gato, me debes un flan por esto. – dijo Ren ofendido.
- ¿Eh? ¿Pero no te bastan los que te compré hoy? Qué glotón.
- Igual que su madre. – murmuró Castiel.
De repente, el timbre sonó estruendosamente por toda la casa, como si de un tsunami se tratase. En menos que canta un pececillo, Sanae y James entraron sin más junto a todos sus niños, que no eran pocos.
- ¡Hermana querida! ¡Shana-chan! – grito la pervertida ignorando a los demás.
- Oh no... -dijo Shana mientras Ryu se quedaba observando como la señora gata y la princesa escarlata, eran abrazadas, prácticamente estranguladas, por la que parecía ser hermana de la mujer gata. Vamos, que Sanae o las intentaba matar, o tenía demasiado amor de hermana acumulado.
- Anda, el chico guapo. ¿Qué hace aquí? – dijo mirando a Shana con intenciones ocultas.
- Sólo me acompañó, en contra de mi voluntad, a casa de Cami. Pero igual ya se iba –
- ¿Qué? ¡Pero que se quede a comer! ¡He traído comida para todos y más! – Sanae soltó a Cami y Shana bruscamente para hacer estirar sus brazos y medir mentalmente la cantidad de comida preparada por ella. Si es que a eso se le puede llamar comida.
- No pienso negarme a eso. – dijo Ryu aprovechándose para pasar más tiempo con la protagonista de hoy. Le tenía el ojo bien echado.
Shana refunfuñó ante la idea y luego Sanae recordó algo.
- Pero tendremos que volver a casa primero, hemos estado en el parque y mis progenitoras se han ensuciado mucho como cerditos en el barro - dijo.
- Nyo, nyo. Bañémonos juntas Sana-chan, como en los viejos tiempos. ¡TODAS LAS PEQUEÑAS MUJERCITAS A LA BAÑERA! - anunció la gata. Una manada de niñas algo sucias corrió hacia el baño de la casa. Atropellando un poco a Ren y Castiel que estaban por en medio durante el trayecto. Este último las regañó por correr tan atropelladamente.
- Bueno, disfrutad el baño - dijo Shana.
- ¡De eso nada! ¡Tú te bañas con nosotras! - dijeron las hermanas Shinzo al unísono.
Aquello provocó las risas de Ryu, y una mirada de odio por parte de la princesa hacía él.
- ¿Y yo qué se supone que haga de mientras? – preguntó James adolorido en su corazón por el abandono momentáneo de su esposa.
- ¡Juega con Castiel, Ren y el atractivo Ryu! – le dijo Sanae mientras arrastraba, junto a Cami, a Shana hasta el baño. – Menos mal que siempre llevo ropa de recambio.
James hizo una mueca y los hombres, marginados, se sentaron en la gran mesa del salón a beberse unas cervezas. Para Ren un zumito, eh, no vayáis a pensar que… eh… ya.
Mientras en el baño…
- ¡UY, Shana! ¿Te han crecido los pechos desde ayer? – pregunto Sanae toqueteándolos sin ningún tipo de vergüenza.
- ¡Sanae! ¡Ahí no que duele! ¿¡En dónde estás tocando ahora!? – decía ella.
- Mary, pásate bien el jabón por el pelo. – le decía Cami a una de sus muchas sobrinas.
- Siiiiiiiiiiiiiii.
- Mamá, ¡yo también quiero tocar los pechos de Shana onee-san!
- Oh, claro.
- ¿¡QUÉ!? ¡Soltadme!
- Woooo, que piel más suave.
- Nya, nya. Dejadme a mí también.
- WIIIIIIIIIIIIIIII. ¡BURBUJAS!
- El pato, atrapadlo, ¡Esta huyendo!
- Cami gatita-sama, tus pechos son como dos melones enooooooormes.
- Oish, Caroline, no digas esas cosas.
Ante aquella sinfonía de comentarios de todo tipo, que se podían oír hasta el final del vecindario, los chicos empezaron a pensar en cosas… no aptas para menores.
- Qu-qué bonita noche, ¿verdad? – dijo James con la cara sonrojada para intentar distraer a los demás del jaleo.
- Ahí se han montado una buena fiesta. – dijo Castiel dándole otro sorbo a su cerveza.
- Papá, ¿yo no puedo ir? – preguntó Ren, inocente.
- No, que ya eres un macho. Tú te bañarás conmigo.
- Pero es que los pechos de mamá son más suaves, y papá solo tiene un enorme elefante.
Todos escupieron lo que estaban bebiendo. Mientras en el baño se escuchaban gritos que difícilmente se distinguían entre dolor y placer.
James se aclaró la voz y se levantó de su silla con las manos apoyadas en la mesa.
- Debería ir a ver qué pasa. – hizo una amago de irse, pero Castiel le paró.
- Ahí no solo esta Sanae y tus niñas sin ropa. – le dijo serio. James se puso rojo y trago saliva.
- ¡No iba a abrir la puerta!
- Ya, claro.
- ¡NYAAAH! ¡Mi punto débil!
Castiel empezó a toser a toser a causa de lo que había escuchado gritar a su esposa. Él sabía de su punto débil.
- ¿Pero qué están haciendo?  - se preguntó en voz alta.
- Papá, esa tos es de fumar tanto. – le dijo Ren a su padre.
Se escuchó otro grito, esta vez por parte de Shana.
- Tendríamos que comprobar que estén bien. – sugirió Ryu. James le miró mal, imaginando que quería espiar a su querida esposa, aunque al final todos accedieron.
Tocaron la puerta y esperaron alguna respuesta. Pero no se oía nada, ni siquiera los gritos de antes. Los tres hombres se miraron y miraron a Ren, que les había seguido en su expedición.
- Ren, pregunta si están bien. – le dijo Castiel. El niño asintió y se pegó a la puerta.
- Shana onee-san, ¿estáis bien?
- ¡Socorro! – gritó ella.
Ren, preocupado a más no poder, abrió la puerta de golpe. Las niñas empezaron a gritar y tirarles de todo a los chicos. De esponjas hasta Frederic, el pato de goma verde.
- Pero que pedazo de pech-
Antes de que Ryu pudiera acabar de deleitarse con las vistas, James, al ponerse celoso sobre su esposa, le dio un golpe en el estómago, no muy fuerte por suerte.
Entre tanto jaleo, nadie se dio cuenta de que un matojo de pelos con jabón salía corriendo de allí con toda la ropa de las chicas.
- ¡Pervertidos! – dijo Cami tapándose sus partes.
Shana se escondió detrás de Sanae, aprovechando su carne, y cogió un bote de champú como arma de defensa.
- ¿¡A qué esperáis para largaros!? – grito la princesa, enfadada y avergonzada.
Los chicos estando en las nubes y a punto de chorro de hemorragia nasal, no entendieron el mensaje. Sanae entonces, fue y les cerró la puerta en las narices.
- ¡Espiar a una chica es de todo menos caballeroso, y Shana es nuestra ahora mismo! ¡Esperad vuestro turno! – dijo ella preparándose para seguir toqueteando a Shana.
- ¿¡QUÉ!?
- Sanae, se gentil con ella. – dijo Cami mientras enjabonaba a una de las niñas.
- ¿¡PE-PERO QUÉ HACES AHORA!?
- Wiiiiiiiiiiiiiiiiiii, meloooones.
- Mary, sal ya del agua, que te arrugarás. Ve a cambiarte.
- Tiiita Camiiii, ¿dónde está la ropa? – pregunto Mary ya fuera.
- ¿Nya? Tiene que estar ahí.
Los chicos se volvieron a sentar en la mesa, un poco acalorados y con algunas manchas de jabón y agua en la ropa.
- Mocoso, no vuelvas a abrir la puerta sin avisar. – le dijo Castiel a su cachorrillo.
- Papa… ¿Qué era eso que tenía mama entre las piernas?
James miro hacia otro lado y Ryu se sonrojo por octava vez.
- Homph, te lo contare cuando seas mayor.
De repente una misteriosa cosa llena de jabón y pelos pasó corriendo por el pasillo riendo y saltando. La cosa se metió en el baño rápidamente y se escuchó una leve risilla proveniente de ella.
- Jolines Alice, ¿dónde estabas? – se escuchó decir a Sanae.
- Mama, ¿tienes idea de donde está vuestra ropa? – dijo ella maliciosamente. Alice era muy revoltosa, además de pequeña, y se metía en demasiados líos.
- No me digas, ¿¡otra vez la has escondido!? ¡Estarás castigada jovencita! – le dijo Sanae entre el vapor del baño.
Alice corrió hacia la bañera y salto en ella de golpe, salpicando un montón, y saliendo sin jabón de ella. Luego corrió hacia fuera sacándole la lengua a su madre.
James vio a su hija correr hacia las habitaciones y salir de una de ellas con la ropa puesta.
- Alice, ¿qué has hecho esta vez? – le preguntó.
- Naada. – dijo ella con las manos en la espalda y sonriendo de oreja a oreja.
- ¡Jaaaaaaaaaames! ¡Tú hijaaaaa! – gritó Sanae desde el baño. - ¡LA ROPA!
Su marido, al comprender a lo que se refería, miró con desaprobación a Alice, pero no le duro mucho, puesto que tenía debilidad por ella. Ésta salió corriendo mientras reía y James suspiró. Como ya había pasado otras veces, tendría que buscar la ropa de las niñas para que pudieran salir del baño sin helarse.
James miró a Castiel suplicante, ya habían vivido esa experiencia varias veces en el pasado, y Alice no se cansaba de repetirla.
- Joven mal pensado, tú también tendrás que ayudar. – le dijo James a Ryu.
- ¿Eh? ¿Qué pasa?
- Nuestro objetivo es ropa femenina, puede que las haya vuelto a poner en el fondo del armario grande o en el baúl de Ren, pero podría estar en cualquier parte. – explicaba el rubio padre de Alice.
- ¿Me lo dices en serio? – dijo Ryu confundido.
- Venga, cuanto antes la encontremos antes comeremos. Enano, ayuda también. – dijo Castiel. Ren se cruzó de brazos y refunfuño.
- ¡No quiero volver a buscar braguitas! – dijo ofendido.
- ¿Bra-braguitas? – Ryu se puso rojo otra vez.
Los hombretones empezaron a moverse por toda la casa buscando ropa de señoritas. Se separaron y buscaron en cada rincón, pero la niña parecía haber aprendido donde no tenía que esconderla, y eso les hizo desesperarse.
- ¡No encuentro el sujetador de tita Sanae! - gritó Ren corriendo por el pasillo.
- Pues busca mejor. - le dijo su padre ya frustrado por la búsqueda del tesoro sin fin.
- Eres un  pesado.
- ¡TU BUSCA LA ROPA!
- ¡He encontrado algo! - grito James.
- ¿¡BRAGAS!? - preguntó Ryu, que ya se le estaba yendo la cabeza para otro lado.
James le miró con profundo odio y saco la ropa de alguna de las niñas de detrás de una maceta.
- ¡Bien hecho tito James!
- Quedan las prendas mayores... cuidado con lo que haces, Ryu. - dijo Castiel.
Los celos le podían al pobre, las bragas de su gata eran importantes.
Ryu se metió en una habitación al azar en la que creyó no haber estado. Era como una habitación-almacén, había cuadros llenos de polvo, discos de grupos que para el parecían de la edad de piedra, muebles algo desgastados...
En un acto reflejo vio algo brillante en una estantería y se acercó por pura curiosidad.
Resultó ser el collar que Cami le había regalado a Shana esa misma tarde.
Junto con su ropa y...
- Su-su-su... sujetador.
A Ryu por poco se le escapaba un chorro de sangre por la nariz al ver la ropa interior de Shana. Con su sujetador de encaje negro y sus braguitas sexys a juego.
- ¡Ryuuuuuuuuuuuuuuuuuuu! - gritó Ren entrando en la habitación.
- UE - Ryu cogió las cosas de Shana rápidamente y las ocultó un poco de Ren. - Aquí está la ropa de Shana. Va-vayamos a devolvérsela.
Ryu fue con Ren hacia el baño a darles la ropa que habían encontrado hasta ahora. Shana apenas abrió la puerta para pasar la mano. Ryu, de mirón, observó a la princesa, que iba con una toalla roja hasta antes de las rodillas y con el pelo mojándole los hombros. Estaba un poco ruborizada y a él se le antojo como la cosa más bella en todo el universo en aquel momento.
- Y ya vete de aquí, que nos vamos a cambiar. - dijo ella al otro lado de la puerta nada más cerrarla.
El despertó de su empanamiento mientras Castiel y James llegaban con lo que faltaba, y el enorme sujetador de Sanae.
La primera en salir vestida de aquel infierno que había sido baño, fue Shana. Gritándole a Sanae mientras se colocaba bien el vestido.
- ¡La próxima vez te denunciare por acoso sexual!
- Shana onee-san, ¿estás bien? - dijo Ren abrazándola por las piernas. De repente el humor de la chica cambió y le acarició la cabeza.
Después de eso, se vio a Cami secándole el pelo a sus sobrinas utilizando el secador como si fuera un arma mortalmente mortal para la humedad.
Luego Sanae le hizo un peina distinto a cada una, menos a Diana que ''se peinaba sola''.
Finalmente, los hombres muertos de hambre, reclamaron comida. Sanae solo les mandó a por ella porque las chicas estaban todas cansadas por el jaleo.
Ryu aprovechó un momento de discusión de familia sobre quien usaba que vaso de qué color y se puso cerca de Shana.
- La verdad es que no me esperaba para nada esto. - le comentó.
- ¿El qué? ¿Qué estén todos locos? - le preguntó ella.
- Sí, algo así. Pero es agradable.
 Shana se quedó un momento pensativa, y de repente abrió mucho los ojos.
- ¿Tú no habrás visto mi ropa interior cuando la buscasteis, no?
- ¿Ro-ropa interior? ¿Yo? ¡Si soy un caballero! - mintió él. Pensando todo lo contrario en su cabeza.
Ella le miró fijamente mientras el sudaba la gota gorda.
-Tienes de caballero lo que yo de rubia-dijo Shana.
- ¡Onee-san! - dijo Ren celoso de que Shana le prestara tanta atención.
La cena transcurrió lo más normal que se podía en esa casa. Las hijas de Sanae haciendo escándalo... los vecinos quejándose, perros ladrando... Pero todo perfectamente. Para tranquilizar un poco a los niños Cami sugirió una película para entretenerles, cosa que funcionó, hasta que los demás se dieron cuenta de que era una película romántica.
- Oyeeeeeee, ¡que se están besando! - grito Hope acurrucándose junto a una almohada en el suelo.
- ¡Y le está tocando el hombro! Cecilia, ¡tú no puedes ver esto! - dijo Estella tapándole los ojos a su hermana.
- ¡Deeejame ver! ¡Ya soy mayor! - se quejaba Cecilia.
- Sabía que les encantaría. - dijo Cami felizmente.
En otra parte del sofá, Shana se estaba quedando dormida poco a poco y, sin darse cuenta, estaba cayendo lentamente sobre el hombro de Ryu, que también estaba un poco tostado.
Ren al ver aquello, y que la película era una bazofia, no lo soportó y se sentó de golpe entre la pareja. Shana abrió los ojos por completo y se despertó del todo al darse cuenta de la situación. Ren miraba fijamente la película y se acomodó más en Shana. Esta sonrió y le estrujó.
Al cabo de un rato, los protagonistas en televisión, comenzaron a darse un beso apasionado, de esos que ves y no te los crees.
- ¿Shana onee-san, has tenido una cita alguna vez? – preguntó Ren en voz baja.
- ¿Eh? Bueno yo… una, pero...
Ryu frunció el ceño y siguió escuchando por si se enteraba de algo más.
- ¿Estas enamorada como lo está mamá de papá? Aunque ella dice que es más porque papá es adicto a ella…
- Ren, esto, no, pero...
Ryu volvió a poner mala cara, esta vez un poco más triste. Pero decidió que la conquistaría, así que eso haría. Intento no hacer ningún ruido y prestó más atención.
- ¿Sera que mamá está hecha de caramelos y por eso le gusta tanto?
- Oye, mir-
- Papa me dijo que me contaría más cosas cuando fuera más mayor pero yo las quiero saber ahora, jo. ¿Por qué las chicas usan braguitas y eso en los pechos?
Shana empezó a ponerse nerviosa con tantas cosas que le decía y Ryu no hacía más que divertirse mirando sin siquiera mover un dedo.
- Me pregunto cómo es besar a alguien, ¿para eso hace falta pasar una prueba? ¿Hay que practicar? La seño en nuestra guardería dijo qu-
- Ya basta cachorrillo, deja de molestar a Shana-chan. – dijo Cami llevándoselo de allí a rastras.
- Oye, Shana, ¿Con quién has salido en una cita? – susurró Ryu observándola fijamente con la poca luz del salón.
- Adivínalo. – le contestó ella volviéndose a centrar en su sueño y en no caer en su hombro otra vez.
Por otro lado, Ren se amargaba con la idea de que Ryu le quitaría a su onee-san y no la podría ver más. El pobre cachorrillo, a pesar de ser solo un niño, ya se le estaba liando la cabeza con el primer amor. El pequeño salió por la puerta de su casa sin hacer ningún ruido, para que nadie pudiera frenarle ya que quería estar a solas un rato.
A causa de las preguntas que le había hecho el cachorrillo a la princesa, en el salón estaban todas las niñas revolucionadas.
- ¿Has tenido ya tu primer beso, onee-san? – preguntó Diana, la hija más mayor de Sanae.
- La verdad es que no... – contestó Shana.
Dicho esto todos la miraron desconcertados.
- Teniendo en cuenta que eres pariente de éste – dijo Castiel señalando a James – pensé que serias más lanzada, pero que se le va a hacer.
- Voy al instituto a estudiar, no a ligar. – Shana hizo una pausa - Además, no es mi culpa si no me gusta nadie – se mostró algo molesta ante aquello.
- ¡Es como una virgen! – comento Cami mirándola fascinada.
- Yo a su edad… ejem, nada. – dijo Sanae pensando a saber qué.
- ¿Por qué es tan importante el primer beso?
- No lo sé - contestó.
- Pero... - dijo Ryu - Por lo que se dice, recibes de tres a cinco cartas de amor cada dos semanas.
- Sí, pero si alguien tiene algo que decirme, prefiero que me lo diga directamente - contestó.
Ryu suspiró aliviado al darse cuenta de la virginidad de la chica. La tendría toda para él algún día. Lejano o cercano. A saber.
- ¿Por qué suspiras? – preguntó ella confundida.
- Lo entenderás en su momento. – dijo Ryu malvadamente, poniendo una mano en su cabeza.
Shana desconfiada se alejó un poco de él.
- Menudo nos ha montado el mocoso aquí, antes estaban más tranquilas. – murmuraba James entre tanto jaleo.
- Es que quiere mucho a su onee-san. – le dijo Cami.
- ¿Dónde se ha metido? – preguntó Castiel.
- Estará en el baño. – dijo Sanae.
- Jeje, eso crees tú mamá. – dijo Alice rondándola.
- ¿Qué quieres decir con eso, Alice? – preguntó Cami algo asustada.
- Pues que Ren salió por la puerta de la calle hace un rato – dijo Alice sonriendo maliciosamente.
- ¿QUÉ? – dijo Castiel alterado. - ¿A ESTA HORA? MEJOR QUE SEA MENTIRA, NIÑA.
- Yo lo he visto – Alice infló los mofletes.
Cami corrió y salió de la casa sin decir nada, pero nada más pisar el suelo del exterior se resbaló y cayó de culo.
- ¡Mierda de nieve! – gritó, a pesar de que le encantaba el invierno. Intentó levantarse pero se volvió a resbalar.
- Cami, tonta. – dijo Castiel levantándola, que la había seguido. – Sanae ha dicho que se quedará cuidando de las niñas y la casa, mientras nosotros vamos a buscarle.
La gata no podía creerse lo tranquilo que estaba su esposo tan de repente. Se puso recta y estaba algo temblorosa. Castiel le echo un abrigo por encima y miró a los demás en la entrada.
- Será mejor que nos separemos para buscarlo. – dijo James.
- Está bien. – Ryu sin pensarlo dos veces cogió a Shana del brazo, mientras esta se colocaba bien la bufanda y se adelantaron.
- ¿Qu-qué haces? – dijo Shana mareada por el estirón tan brusco.
- ¿Qué pasará si se pone a nevar fuerte, o si alguien se lo encuentra? Si no le encontramos pronto… - dijo él seriamente.
- ¡Ren, ¿dónde estás?! – gritó ella.
Por otro lado, James se había ido solo por un camino y Castiel y Cami le buscaban por los lugares a los que solían ir, gritando su nombre a todo pulmón.
- ¿Por qué se habrá ido? – preguntó Cami con los ojos vidriosos, al comprobar que cerca de la tienda de comestibles no pasaba ni Ren ni un fantasma.
- Agh. – Castiel la abrazó pensando en la que le iba a caer al mocoso cuando lo encontrasen, que esperaba que fuera pronto. Puesto que él estaba igual de asustado que Cami por si le llegaba a pasar algo.
- Sigamos. – dijo Cami sorbiéndose la nariz. - ¡Reeeen!
James se estaba helando hasta los huesos mientras caminaba por un parque.
- ¡Enano! ¿¡Se puede saber dónde te has metido!? – dijo gritándole a la nada.
Algo dentro de él pensó que el aire le contestaría, pero no se oía nada.
- ¡Te juro que si vienes ahora para navidad tendrás esa consola que tanto quieres!
El soborno tampoco funcionaba.
- ¡REN, QUE SERÁ GRATIS, JODER!
James estornudo, tan fuerte que hizo eco entre los árboles.
- Cojonudo. – se dijo para sí mismo.
Mientras tanto, Shana y Ryu seguían buscándolo por la calle. Algunos vecinos se habían asomado a sus ventanas a reprocharles el ruido. Así que consideraron dejar de gritar por un tiempo, y buscarlo más con la vista.
- ¿Será que se ha ido porque no le conteste a sus preguntas correctamente? – se preguntaba Shana.
- No creo que fuera por eso, es un buen niño. – le contestó Ryu.
- ¿Has deducido eso nada más verle hoy?
- Se podría decir que sí.
Anduvieron un buen trecho y Ryu empezaba a notar que Shana se iba quedando un poco atrás. Le costaba caminar en la nieve. De repente ella empezó a toser y lentamente, como pudo, saco un inhalador de su abrigo.
- Sera mejor que volvamos. – dijo Ryu preocupado.
- Vete tú si quieres. – dijo ella encontrándose mejor.
- Shana, no creo que sea bueno para ti, además, a lo mejor ya está en casa.
- Si así fuera, Sanae nos habría llamado por teléfono.
Ella le miró desafiante, mientras él pensaba algo para convencerla. No quería arriesgarse a que se enfermara de tanto estar ahí fuera.
- Entonces te acompañaré y seguiré buscando, pero…
- ¡No! ¡Le encontraré! ¡Después de todo es mi culpa que él se fuera, no le preste la suficiente atención! – dijo Shana fuera de sí con la cabeza agachada.
Ryu se quedó callado, mirándola angustiado.
- No es tu culpa.
- ¡Claro que lo es! – le respondió ella. – ¡Siempre he sido yo la que ha metido la pata, siempre! ¡No quiero que nadie más sufra por mi culpa! ¡No otra vez! Y Ren es importante para mí, así que si quieres irte vete, lo buscaré yo sola, no necesito tu ayuda. – parecía estar a punto de llorar. Sin saber cómo ni porque, en un pestañeo, Ryu estaba abrazando a Shana.
- Como si pudiera dejarte sola. – dijo el apretándola contra su pecho.
- ¿Por qué no? – dijo ella sorprendida ante el repentino abrazo.
Él respiro hondo, notando el olor a perfume de ella, y suspiró.
- Porque te quiero.
Ella se quedó callada, intentando que el eco de su mente dejara de repetir su frase. Ryu, al ver que Shana ni se movía, puso sus manos sobre sus mejillas y la miró de frente. Ella seguía sin decir nada, más bien no sabía que decir, apenas sabía que era lo que estaba sintiendo, y si estaba bien o mal.
Ryu sonrió, y soltó una pequeña risa.
- No tienes por qué decir nada. Solo que lo tengas en cuenta me basta. – él pego su frente con la de ella, mientras no dejaba de sonreír. – Al menos te has calmado.
Shana se separó lentamente de él y miro hacia otro lado.
- No es el momento para estas cosas, deberíamos seguir buscándolo. – dijo ella.
- Está bien. – Ryu le sonrió con tranquilidad y siguieron andando un poco más despacio que antes, por si acaso.
- Lo que dijiste antes... - empezó a decir la princesa escarlata - Eres el primero que me lo dice directamente, así que creo que mereces saber algunas cosas – respiró profundamente y se preparó para lo que iba a soltar - Nací con... unas peculiaridades psicológicas que me hacen más inteligente, pero que no me dejan entender las cosas de la misma forma que la gente normal. Desde que era pequeña he cargado esa cruz a mi espalda, y por esa cruz, entre otros motivos, mi familia se rompió en mil pedazos. Por ello siempre quise conocer a mi familia por parte de padre, que eran extranjeros. Sobre todo a mis abuelos, porque deseaba saber qué era una familia. Pero murieron cuando tenía 6 años. En ese entonces me hice la fuerte y no lloré, por mi padre, pero éste quería que llorase, quería verme sufriendo por la pérdida para sentirse más reconfortado. Me dio tanta rabia... Qué no solté ni una sola lágrima. Fue después de aquello que mis padres se divorciaron, porque mi madre le puso los cuernos a mi padre y por mis peculiaridades psicológicas. He estado creciendo y avanzando con mi cabeza bien alta, soportando esa cruz, la muerte de mis abuelos, el no poder conocer a mi familia por la barrera del idioma entre otros motivos, el que mi padre me llamase anormal, hija de puta y similares, la perfección que mi madre esperaba de mí...
Se giró hacia Ryu.
- No soy perfecta, ni una princesa como suelen decir,  solo soy una chica defectuosa, pero por favor, te ruego que seas honesto y me digas si lo que dijiste iba en serio o solo era una broma, parte de una apuesta u otra cosa, porque la verdad es... -se sonrojó antes de terminar - También te quiero, pero con que solo digas que me quieres no sé si seré capaz de confiar en ti, no es por nada personal, es solo que estoy harta de herir y de ser herida, no quiero sufrir más ni hacer sufrir a nadie.
Ryu se sorprendió y no pudo evitar sonrojarse. Ella le había desilusionado inconscientemente para al cabo de un rato ilusionarle como nadie. Él pensaba que no necesitaba nada más que estar cerca suyo y cuidarla, pero ahora que sabía que tenía oportunidad de una relación más grande…
- Claro que era verdad, jamás he dicho, ni diré, una cosa así si no estuviera completamente seguro o fuera mentira. No necesitas ser perfecta, no eres una chica defectuosa y tampoco te voy a herir. ¿Estarías dispuesta… a confiar en mí?
- Yo… - Shana se lo debatía mentalmente, pero el corazón le ganaba de mas – Lo haré. No me decepciones.
- Eso nunca. – dijo Ryu sonriendo de oreja a oreja, aunque no le quedaba mucho para llorar de la felicidad. Shana lo vio y se acercó más a él. El chico aprovecho mientras dejaba de andar, y agacho un poco su cabeza para robarle un beso.
- ¡¡Shaaana onee-san!! – Ren apareció de la nada y le hizo un ‘’placaje’’ a Ryu, con lo cual consiguió que perdiera el equilibrio y callera al suelo, con Shana mas desorientada que un pato bizco.
- ¿Pe-pero qué? – dijo Ryu levantándose de la fría nieve.
- ¿Este tipejo te estaba acosando nee-san? – le preguntó Ren a Shana.
- Mocoso… ¿¡DÓNDE ESTABAS!? – dijo Ryu alterado. Ren se pegó a las piernas de la princesa y miro enfurruñado a Ryu.
- Eso no te importa. – contestó.
- Ren… están todos muy preocupados, ¿por qué te fuiste? – dijo Shana agachándose para ponerse a su altura mientras le sujetaba por los hombros.
- ¡Es que estoy enamorado de ti, onee-san! ¡Y los demás no hacían más que molestarme! – dijo él.
 Ryu se molestó, con lo que le había costado a él decirlo e iba este pequeñajo y se lo soltaba sin más.
- Mira Ren… yo soy demasiado mayor para ti, casi una vieja. – bromeó Shana.
- ¡Eres muy joven! – aseguró él.
- A lo que me refiero es a que deberías buscar a una chica que vaya mejor contigo, alguna de tu guardería o… - se lo pensó mejor - Quizás empezar a pensar en eso dentro de unos años. Además de que ahora no puedo salir contigo, hombrecito. – siguió ella mirando a Ryu.
- Joou… pero… si yo creciera… ¿Te enamorarías de mí?
- Probablemente sí. – Shana sonrió.
- ¿Podrías esperar entonces a que me haga mayor? – Ren parecía muy ilusionado ante la idea.
- Si me lo pones así… podría.
Ryu gruñó malhumorado, le habían quitado a la chica en unos segundos.
- Y ahora, como los dos os habéis declarado directamente, no me queda más remedio que compensároslo. – Shana se acercó a cada uno  y les dio un beso en la mejilla.
Seguidamente sacó el móvil como si nada y llamó a Cami, que enloqueció en cuanto escuchó que su cachorrillo estaba bien, tanto, que empezó a hablar en japonés.
Shana, Ryu y Ren fueron de camino a casa de la mano. En cuanto llegaron a casa y Castiel vio a su hijo le dio una colleja y luego le abrazó.
- ¡GATIIIITO MÍO! ¡NO VUELVAS A HACER ALGO ASÍ! – le gritaba Cami, que aquella hora de búsqueda le había parecido una eternidad. – Y ahora pídele disculpas a todos, que a tu padre casi le da un infarto de esos que le pasan a los viejos.
- Lo siento, no lo volveré a hacer. He sido muy caprichoso. – dijo Ren avergonzado.
- No te preocupes cariñín, mientras le hagas caso a mami todo estará bieeen~. – decía Sanae.
- ¡Eso, eso! ¡Sé un buen niño! – le gritaba Alice.
- Eso también va por ti. – le dijo Sanae.
Las niñas rodearon a Ren en una emboscada y lo llevaron a jugar a su cuarto.
- Nyaaa – Cami bostezó – Será mejor que nos vayamos a dormir dentro de un rato, Castielín, mañana tienes ensayo con la banda temprano, ¿verdad?
- Sí, pero nunca está de más hacer cosas cochinas antes de dormir. – dijo él apoyándose en la espalda de Cami mientras la abrazaba por la cintura.
- Pero que guarros. – murmuró Sanae. – Sin vergüenzas.
- Mira quién habla, vieja verde. – le contestó Cami. – Pero… me da la sensación de que hemos olvidado algo.
En algún lugar de la ciudad…
- ¡Reeeeeeen! ¿¡Cómo es posible que no aparezcas por ningún sitio!? – gritaba James.
Se habían olvidado del doctor sexy.