Capitulo Extra ~ La vida de Sanae (Extra, de extra pervertido)

Otro día más. Me levanto a las siete, arrastro los pies hasta el baño como un zombie, Cami o yo hace el desayuno, James nos visita y me acompaña al trabajo, yéndose él luego al suyo. Una rutina, ¡estoy siguiendo una RUTINA! Yo, Sanae Shinzo, que dije que las rutinas eran para viejos y personas aburridas.

-Baff... Soy una vieja. -me dije a mi misma en voz alta.

-Sanae, eres la más joven de nuestro sector -me dijo mi compañera Carla desde su mesa de trabajo.

-¡Pero estoy siguiendo una rutina! -protesté yo infantilmente.

-Eso es parte del trabajo, una vez que empiezas terminas en una rutina, no tienes otra opción. ¿Es que acaso tenemos tiempo para algo más que esto? -me dijo Carla señalando su escritorio.

Carla era la persona más madura y honesta que conocía, además de guapa, con el pelo como los de los anuncios de champú y unas gafas que le quedan tan monas que podrías achucharla hasta más no poder. Aunque a veces se le iba un poco la olla, como a todas. Siempre alegraba el trabajo a quien viera que lo necesitara, como si fuera ese en realidad el suyo. Optimista y alegre sobre todo, lo que me rondaba la cabeza era... ¿Por qué aún no tenía novio? Seguro que muchos hombres estaban tras ella y no me lo decía.

-Shinzo, aquí tienes más informes de casas abandonadas -me dijo Tom dejando una pila de hojas bien acomodadas en mi escritorio.

Está bien que trabaje en una inmobiliaria y eso pero... ¿¡Cuántas casas abandonadas puede haber alrededor de un pueblo tan pequeño!?

Suspiré y atraje un montoncito de papeles hacia mí para ordenarlos.

-Tranquila mujer, que el jefe ha murmurado algo de un aumento -me dijo Tom dándome una palmadita en el hombro.

-¿¡De verdad!? -dije ilusionada.

-No, es que me gusta ver qué cara se te queda al descubrir que no es verdad -se carcajeo él.

-Vamos Tom, no seas malo con Sanae que se esfuerza mucho. -me defendió Carla.

-Ay, mi querida Carla, no te fíes mucho de ésta -dijo señalándome mientras volvía a sus carcajadas.

Se fue por el pasillo riendo y me dieron ganas de tirarle la impresora que tenía al lado por la cabeza.

-Que grosero. -murmuro Carla volviéndose a centrar en lo que tenía en su escritorio.

Miré el reloj y suspiré otra vez.

-Una hora más, solo una hora más. -me dije a mi misma.

Estuve unos minutos ordenando papeles y papeles cuando alguien volvió a interrumpirme.

-Sanae, ¿me traes un café? -me gritó mi compañero unos metros delante de mí en sus escritorio.

-Jerry maldito, ¡ese dejó de ser mi trabajo hace mucho! Así que levanta tu culo y ve tú mismo a por el café! -le grité levantando una grapadora amenazante.

-Está bien... -dijo Jerry rindiéndose. Me dio pena pe-... nah, que se joda.

[En la central de operaciones de Corazones unidos por la música...]

-¡Cami, por Dios! ¡Espabila y sigue escribiendo mi capitulo extra! -gritó Sanae en la oreja de su hermana.

Una cansada y soñolienta voz le respondió:

-Vete a cagar.

-¡Cami, no digas tacos! y deja de escribir chorradas, pasemos a lo interesante... -se entusiasmó demasiado Sanae.

-Hai, hai~ Tu déjamelo a mí -dijo la gata mientras se zampaba un trozo de tarta. Esta miro la pantalla de su ordenador y saboreo el chocolate.

-Date prisa.

-¡No me presiones! ¡Hago lo que puedo! -Cami deja su plato de tarta no muy lejos de sus manos y tecleo un par de letras, acto seguido se dispuso a comer más tarta.

-¡CAMI!

-¡NYA! ¡Que ya voy!

[Volviendo a la inmobiliaria, puesto de trabajo de Sanae, donde la estaba liando parda...]

-¡TÚ! ¡Dame ese yogur! -grité hambrienta.

-E-eh, pe-pe-pero... -tartamudeo Mathew con el yogur tambaleándose en su mano. Me lo dio y volvió a su puesto de trabajo rápidamente, sin mirarme siquiera.

-Oh, que amable es Mathew conmigo. -dije amistosamente comiéndome el yogur a cucharadas grandes- ¡Gracias Mathy! -le grité.

-Deberías mirar ese problema de personalidad... -murmuró él.

-¡Te he oído! -le miré mal y me fui. Yogur robado con éxito; estomago: conforme.

Volví a mi puesto de trabajo y me puse manos a la obra.

----------------- Cinco minutos después -----------------

-¡Carla, por favor, ayúdame! -dije arrastrándome y suplicando a mi compañera.

-Sanae, te quiero, pero que poco aguante tienes... -dijo ella cruzándose de brazos y marcando más sus pechos.

-¡Por favor, solo esta vez! -le seguí suplicando de rodillas en el suelo.

-Claro, como las otras cien veces desde que empezaste en este puesto... Además, es tu trabajo y yo no debo entrometerme -dijo negando con la cabeza.

Bien, por esto he estado entrenando tantos años con la gran profesional Camila Shinzo...

Le puse mi cara de cachorrito al máximo poder, tiene que funcionar, se supone que lo tengo en los genes.

Carla se resistió unos segundos y acabó rindiéndose.

-Está bien... yo te ordeno los papeles y tú los vas sellando, pero de mientras me traes un café.

-¡Sí, señora! -dije levantándome a toda prisa para salir corriendo hacia la máquina de café en la sala de descanso.

Puse un vasito desechable y apreté un botón.

-Pre-pre-preparando café-fe-fe, porque mi trabajo es aburrrriiiiiiidooo -canturree- La, la, la, la, la~ Je-je-jefe, no me dé más tra-tra-trabajo, que es muy aburriiiido-

-¡Shinzo! ¿Qué está cantando!? -dijo una horrible voz de viejo.

-¿Uh? Jefe, jaja, pues... es... algo que le escuché decir a Jeremy el otro día. Sí, eso. Y me dijo que lo cantara cada vez que quisiera hacer honor a la empresa. -le expliqué.

-¿Jeremy? Ese canalla... -murmuro el jefe antes de irse, supongo que a buscar a Jeremy para matarlo.

JO, JO, JO. Cogí el vaso de café ya listo y al empezar a caminar alguien se me cruzó bruscamente. Por suerte no caí al suelo y cuando se me paso el mareo...

El café ya no estaba en mi mano cuando miré.

-¿Y el café? -dije mirando sorprendida la mano en donde había estado.

-Prueba a buscarlo en mi cabeza, quizás encuentres algo que te interese. -dijo el tío con el que al parecer me había chocado.

-¡Vaya! ¿Intentas ser el nuevo café-man, Steven? -le dije sacándole el vaso de la cabeza. Observe las gotas de café que le caían del pelo, como si estuviera hipnotizada.

-¿Café-man? Algo ahí dentro no funciona bien, ¿verdad? -me dijo tocándome la frente con el dedo índice. Se secó la frente con la manga de su camisa, pero solo le dejó un manchurrón mientras seguían cayendo gotas.

-Todo está perfectamente, los gnomos en mi interior trabajan como esclavos, ¿no se nota? -le expliqué- Deberías ir a limpiarte eso -señale a su cabeza.

-Ya, si, gracias por hidratar mi pelo con café de máquina -dijo Steven antes de dirigirse a los baños.

-¡De nada! -le grité felizmente.

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-Te has tomado tu tiempo -dijo Carla viéndome llegar con dos nuevos vasos de pura cafeína.

-Es que a Steven le dio por ser Café-man hoy y no sabes lo estresante que es pulsar el botón de la máquina para que rellene los vasos.

-De verdad que no entiendo como llegaste al puesto que tienes ahora -dijo dándole un sorbo a lo que le había traído.

-A base de asesinatos, secuestros y engaños. -dije siniestramente.

-¡AAAH! ¡No me digas esas cosas! -grito ella tapándose la cara. Por un momento pensé que temblaba.

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 -¡Por fin soy libre! -grité cuando pisé el suelo del exterior. Me giré para ver el edificio de la inmobiliaria.- Mierda de oficina. ¿¡Que mira señora!? ¡Siga andando!

Caminé hasta llegar a casa, si, no voy en coche. Cami me hizo prometer que no conduciría nunca más, no sé porque lo habrá dicho... Pero yo lo cumplo porque soy una buenísima hermana.

-¡Lyyyysss~! -le grité a mi querido vecino que al parecer también llegaba a su casa.

-Buenos días, Sanae. -dijo el acercándose.

-¿Has pensando en lo que te dije?

-Tendré que rechazar tu oferta, puesto que tengo un compromiso con Elizabeth faltaría a mis principios si me casase con Camila... Además de que Castiel podría intentar hacer algo inadecuado conmigo.

-¡No eso, digo lo de darle clases particulares a Cami!

Siempre pensando en el amor de mi adorable hermanita, ¿eh? -le di un codazo amistoso.

Lysandro suspiró y acabó sonriendo.

-Me temo que Cami rechazó la propuesta de inmediato y se empeñó en que va a estudiar sola...

-¡Eso te pasa por no casarte antes con ella! En fin, tengo que meterme ya en casa, seguiré regañándote más tarde.

-De acuerdo. -soltó una pequeña risa.

Cuando entré en casa no pude evitar tirar mis cosas por la entrada.

-Sanae, ¡no maltrates así las cosas! Y deja de molestar a Lysandro, ¡que te he visto! -me regañó mi adorable hermanita.

-Meh -le contesté sin ganas. Algo me extrañaba en ella... llevaba el pelo recogido, un delantal de cocina y un cuchillo en la mano, lo que significa que...

-¿¡A quién vas a matar!? No, Cami, nooo! ¡Eres demasiado joven aun para cometer tu primer asesinato! -fui hacia ella y la agarré por los hombros balanceándola salvajemente.-  Bueno, ya está hecho, ¿¡no!? ¡Pues esconderemos el cuerpo! ¡Tú no te preocupes!

-¡Nyaaa! ¡Brutalidad policial! ¡Solo estaba cocinando!

-¿Eh? -frené mis actos atroces contra mi hermanita y la arrastré conmigo hacia la cocina donde había agua hirviendo en una olla y comida hasta por la pared.- ¡Vaaaya!

-Es que hacía varios días que solo cocinabas bazofia, así que busque recetas en Google. -dijo ella arreglándose el delantal después de que la soltara.

-¡Que lista es mi hermanita! -dije achuchándola.

-Sí, sí. Ahora me achuchas cuando hace nada me estabas acusando de asesinato.

-Era broma, broooma. ¿Qué estabas cocinando?

-Como no encontré nada fácil  buscando en Google, busque en el libro de cocina de la abuela y me puse a hacer una sopa. A tu plato le pondré veneno. -se libró de mi abrazo y me dio la espalda. Se puso a cortar verduras, ligeramente ofendida por haberla llamado asesina.

-Perdoooname -le dije volviéndola a achuchar por la espalda- Sé que no podrías matar a nadie.

-¿No me crees capaz? -levantó el cuchillo y sonrió malvadamente.

-¡Pero si tú eres muy buena! -dije achuchándola más fuerte.

-Claro, por eso estuve en la cárcel cinco veces en lo que llevo de vida. -se echó unas risitas y yo con ella.

-Comparada con Freddy Krueger eres un amor.

-Por cierto Sana-chan, ve a ducharte, nya. ¡Apestas!

-¿Sana-chan? En el trabajo me estreso mucho por eso sudo y luego huelo como huelo. -me quejé mientras cogía un vaso y me ponía agua.

-Sana-chan, ¡a la ducha! Es tu nuevo apodo ahora. Sanae me canso.

-Tu Sanae ha evolucionado a un Sana-chan, enhorabuena, eres un gran entrenador pokémon!

-¡No te burles de Pokémon! Es un anime sagrado, ¡te maldeciré!

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Nada más meterme bajo el chorro de agua caliente escuché el timbre de la casa. Como para no escucharlo... los de la electricidad me las pagarán, lo juro.

-¿Habrá venido ese pelo-tomate? -me dije en voz alta. Cami lo mima demasiado, al final de tanto que viene se quedará a vivir aquí.

Se oyó el cerrojo de la habitación cerrándose y luego abrirse la puerta del baño.

-¿Cami? -cogí el bote de champú por si tenía que defenderme y abrí la cortina de la ducha rápidamente.

-¿A quién ibas a matar con ese peligroso champú para dejar el pelo sedoso? -dijo James cerrando la puerta detrás suyo.

-¿Eh? A... a... ¿Tú no tendrías que estar en el trabajo?

-Si querías que me fuera solo tenías que decírmelo... -hizo un amago de marcharse, pero entonces salí corriendo de la ducha y me interpuse entre la puerta y él.

-No es eso, burro -el vapor me impedía ver bien su sexy cara, pero al final logre enfocarla. Se escuchaba el ruido del agua correr en la ducha y de repente note un fresquito por todo el cuerpo, estaba completamente desnuda.

-Si tanto insistes en que me quede... me entretendré quitándote el frío. -dijo el sonriendo mientras se quitaba la ropa.

-Lo tenías todo planeado -le reproché mientras terminada de quitarse la última prenda de su cuerpo.

-Obviamente, mi querida Sanae. -me llevó de vuelta a la ducha y entró conmigo- Salí antes del trabajo para verte -me besó. El agua corría por nuestros cuerpos ya empapados. Mi mano llego hasta sus abdominales y me entretenía marcando sus músculos con los dedos.

-Pero si siempre hay muchos pacientes... -le besé. Ya empezaba a sentirme muy agitada.

-Lo sé, luego tendré que volver, pero es que no lo soportaba más -susurró melosamente cerca de mi oreja.

Me colgué de su cintura con mis piernas, obligándolo a apoyarse en la estrecha pared de la ducha. Entonces lo sentí dentro de mí.

-James...

En su cara se formó una sonrisa burlona, la cual tape con un intenso beso. Me estampó contra la pared de enfrente mientras seguíamos con los besos. Nos separamos unos centímetros para respirar y me embistió varias veces, causando que el poco aire que podía contener se fuera en unos cuantos suspiros y gemidos. Me aferré a su musculosa espalda y puse mi cara cerca de su cuello haciéndole pequeños chupetones.

Mantuvimos el ritmo un rato, un rato largo.

Hasta que el jabón decidió cometer suicidio. Este cayó al suelo y en uno de nuestros movimientos fogosos James resbaló con él, por suerte se sostuvo con el toallero y no pasó nada grave.

-Jamesito, ¿te has hecho pupa? -dije preocupada mientras le ayuda a ponerse recto.

-Sí, es...

-Un momento, que es ese líquido espeso de color blancucho? -me agaché mojando todo el suelo del baño y toqué con el dedo lo que se había esparcido por todos lados.

-Sanae, no creo que debas tocar eso...

Entonces me di cuenta.

-¡MI CHAMPÚ CARO! -observe temerosa el bote de champú vacío. Había quedado por todo el baño, el mejor champú que compré jamás... destruido.

-Lo-lo siento creo que al resbalarme lo aplaste y...

-Shhh... un minuto de silencio -dije abrazando el bote.

-Sana-

-Shhh...

-Per-

-Shhh... calladito.

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-¿Por qué él se tiene que quedar? -pregunté enfurruñada.

-Pues porque es mi novio, ¿acaso James no se queda cada vez que puede? –me contestó Cami con mi misma cara de enfurruñamiento.

Miré a Castiel con profundo odio y él sonrió satisfecho. Le estrangularía si no fuera porque Cami le quiere…

-Además, me casaré con Castiel, así que vete acostumbrando. –dijo mi hermanita. El pelirrojo escupió el vaso de agua que había empezado a beber.

-Ahora lo limpias tú! –le grite al chico.

-Nya, nya. Y también tendremos mucho churumbeles!

Castiel empezó a toser fuertemente y Cami le dio palmaditas en la espalda.

-Tranquilo, no serán demasiados. –dijo ella aguantándose la risa.

Hubiera preferido que Cami se enamorara de Lys, este cabeza de kétchup andante me estresa; Que si botas de cuero, que si vaqueros rasgados, que si escupo el agua por ahí, que si la chupa negra… ME PONE HISTÉRICA! Aunque Cami viste casi igual que él…

-¡CHURUMBELES ROCKEROS NO, POR FAVOR! ¡NO MÁS! –dije antes de salir corriendo hacia la cocina.

Escuche a mi hermana reírse a más no poder en la mesa del comedor donde nos habíamos sentado los tres.

-¡No me tomes el pelo así, enana! –escuché a Castiel gritar seguido de algunas tosidas más.

Me acerque al horno donde Cami había puesto nuestra cena cocinada por ella misma, la cual parecía olvidada en estos momentos. Se estaba empezando a quemar así que la saque rápido. Mira que hermana más atenta soy.

Se escucharon las sillas moverse rápidamente, supongo que la gata se había puesto a correr por toda la casa para que Castiel no le diera una colleja de las suyas, si es que…

Salí de la cocina y me los encontré enrollándose uno encima de otro. Castiel le comía la boca a mi pura hermana mientras ella, encima de él, se dejaba hacer.

-¡Cami! ¡Que yo aún tengo tu imagen de virgen en la cabeza!

-¡NYAAA!

-Ya me han cortado el rollo.

-¡NYAAAAA!

-Espera, no me pegues, ¡lo decía en broma lo de tu imagen de virgen!

-Jajajaja, te lo mereces Sanae.

-Vete a la mierda.

-NYAAA, SANAE!

-No, ¡ahí no!

[…]

Y así, en la casa Shinzo… era como se rompían las ventanas cada mes. Las zapatillas volaban en dirección a Sanae, enviadas por su hermana, Camila. Mientras Castiel a su bola, se descojonaba.

Días normales, para personas normales.

Quizás haya más que contar, pero claro, yo lo dejo así, para que os quedéis con la “intriga”.

Probad las patatas con milkshake de fresa, no están tan mal.