Antes de empezar, solo quiero decir que este capítulo va dedicado (no podía ser otra persona) a mi querida esposa, amante, ama, hermana, miembro terrorista de la CAE... Sofu :'3 Me ayudo mucho a escribir este capítulo extra, me estiró de la cola y las orejas para que escribiera y todo, es una gran persona (que cumple mis deseos masoquistas (?)). Le quiero dar las gracias con esta mini-dedicatoria, aunque ya le haré algo más especial, mas íntimo, mas sexy si os parece. xD Ah sí, que no se me olvide decir, que Shana es invento de Sofu, así que dadle las gracias por eso también.
Era una fría mañana de invierno y nuestros protagonistas
iban por la calle a paso lento hacía un destino desconocido.
- ¡Pero caminad más rápido! ¡Qué Ren se quedará solito allí!
– gritaba nuestra principal protagonista de orejas gatunas.
- Ya vamos, hermanita. – dijo su pervertida hermana
aferrándose más al brazo de su esposo a causa del frío.
- Sanae, ¿qué quieres hacerle tan apretada a James? – dijo
Cami.
- Jolines, es que tengo frío – se quejó Sanae.
- Pues entonces yo… - de pronto, la gata recordó algo
malicioso que solía hacer en su juventud. – ¡Manos frías para el hombre
caliente! – gritó esta, a la vez que ponía sus manos, sin guantes, en la
espalda de su amado Castiel.
Castiel se quedó completamente quieto mientras Cami pasaba
sus manos heladas por toda su espalda y pecho.
- Nya, estás tan calentito como siempre.
- Mira que hacer cochinadas en medio de la calle… - murmuró
James pasando por su lado.
- Estos adultos de hoy en día ya no tienen ningún tipo de
respeto. – murmuraba Sanae junto a él, como si no les conocieran.
- ¿Cómo es que tienes las manos tan frías siempre? – dijo
Castiel sacando las manos de su esposa al exterior.
- ¿Porque me olvido de los guantes y mis bolsillos no son lo
suficientemente cálidos?
Castiel suspiró y llevo las manos de Cami hacia su boca,
dónde entre las suyas, las intento calentar con su aliento. La gata se sonrojó,
puesto que su esposo pocas veces se mostraba tan cariñoso en público.
Después de eso, anduvieron todo el camino hacia el colegio
de su hijo con sus manos entrelazadas en uno de los bolsillos de la chaqueta de
Castiel.
Pero este no es su capítulo, sino el de otra persona.
Alguien más importante. Más imponente. Más sexy. Más bella. Más princesa y
menos gato.
Shana Scarlet.
- ¡Shana-chan!
- Oh, Midori.
- ¿Ya te vas a casa? – le pregunto su compañera de clase
cuando recogían sus cosas.
- Sí, pero a casa de James y su esposa, más sus tropecientos
hijos. Parece la selva.
Al mismo tiempo, nuestros personajes llegaron sanos y a
salvo de la peligrosa vida en el exterior, recogiendo con éxito al cachorrillo
de Castiel y Cami.
- ¡Nya, nya, nya! Sigues tan blandito y calentito que siempre – le gritaba a su hijo mientras
lo estrujaba fuertemente entre sus brazos.
- ¡Mamá! – protestó él sonrojándose.
Su desvergonzada madre monta demasiado alboroto al recogerle
de la guardería.
- Afh, por Dios. – Castiel, algo molesto, le robó a su
esposa su querido gatito. Él siempre salvando a su hijo de futuros problemas
con sus compañeros a causa de su madre en tan mal estado mental. *Oye, que yo
no estoy tan mal.* Tú, a callar. *EH!? NARRADOR INSOLEN-*
- ¿Cuántos moratones tienes hoy? – le preguntó Castiel a
Ren.
- ¡ONCE! – contestó el cachorrillo alegremente.
- ¡Wow! Alucinante, choca esos cinco. – Castiel levantó su
mano y Ren dio una palmada contra ella.
- Deberías enseñarle a dejar de meterse en líos en vez de
alentarle. – dijo James, muy sabio él.
- Cállate, vejestorio. – le gruñó Castiel.
- Eso, eso. ¡Cierra el pico! – le gritó Ren riéndose.
- ¿VEJESTORIO?
La pandilla siguió andando, con Ren subido a lo alto de los
hombros de su padre, para llegar al instituto Harmony donde estudiaba Shana,
nuestra protagonista de hoy, aunque no lo parezca, aún. Obviamente, no iban
solo de visita o para ir de camino a casa juntos, sino para acosarla.
Entre tanto, con la protagonista… Estaba saliendo ya de
aquella cárcel, cuando la presidenta del consejo estudiantil empezó a caminar
con ella, su presencia no la irritaba pero tampoco estaba para hablarle mucho.
Total que mientras ella hablaba Shana no escuchaba nada de
nada, como si llevara dos radios pegadas a la cabeza.
Shana Scarlet le vio. Ahí estaba él. Con su pose de: ‘’Soy
un chico malo, no se me toca.’’ Y su cara de: ‘’Jum, que sexy soy y que culito
tengo.’’ *Este narrador cada vez está peor, ¿quién le ha contratado?* Tú.
*¡MENTIRA!*
Siguiendo por dónde íbamos…
Ryu Tsusugami, ese era el nombre de aquel chico
misteriosamente sexy.
- ¡Shaaana-chan! – se oyó una voz agitada a lo lejos. Que no
era otra más que Sanae.
- Oh no… - murmuró la joven Shana sin atreverse a girar la
cabeza para mirar.
- ¡Shana onee-chan! – le gritó el joven Ren a hombros de su
padre.
- Oye, Ren, no te muevas tanto. – se quejó Castiel.
La presidenta no tardó ni medio segundo en despedirse de
Shana e irse al ver a sus familiares allí pensando que podría interrumpir algo
importante. La pobre era tímida.
Nuestra protagonista caminaba hacía Ren que parecía el único
que estaba mejor de salud mental allí, claro está, observando de reojo a Ryu
que hablaba con otra chica. Este pareció notarlo y nada más cruzar miradas, él
sonrió. Ella se limitó a pasar se largo sin volverle a mirar.
Saludó a Ren alegremente justo como él lo había hecho, se
percató de que Ryu, a lo lejos, tenía intenciones de hablar con ella. Pero
Shana no estaba para aguantar nada más, así que los hizo apresurar a todos para
que se fueran.
- ¿Eeeh? ¿Quién es ese chico tan joven y atractivo? –
preguntó Sanae a la cual no se le escapaba ni una con su radar de la
pervertida.
- ¡Sanae! – le riño Cami a su hermana dándose cuenta de que
James ya estaba en el suelo deprimiéndose.
- Ya no le gustan los hombres como yo… Ahora va a por más
jóvenes… ¿Es qué mi don de la seducción se ha perdido? – decía él.
- ¡Ah, no! Lo siento cariño, solo lo decía para chinchar un
poco a Shana – se excusaba Sanae ante su esposo.
- ¡HUM! – Shana ya estaba ofendida y les obligaba a ir más
rápido. No se dio la vuelta para comprobar que Ryu los seguía, pero no lo creía
así que solo siguió andando tranquila.
- ¿Y por qué han venido Sanae y James? – preguntó Shana
fríamente durante el camino.
- Jo, ¿No estás contenta de que vayamos todos como una
familia feliz? – decía Sanae infantilmente, con las risas de los demás de
fondo, las cuales fueron acalladas por la mirada asesina de nuestra princesa
protagonista de hoy. – Ya que a Cami no le intereso más como hermana necesito a
alguien con quien bañarme.
- Con tantos churumbeles que tienes y no estás satisfecha… -
murmuró Shana con cansancio.
- Es que Diana dice que ya es mayor y que no necesita que la
bañe, Cecilia ni me hace caso, Estella prefiere bañarse sola, Grace me ignora,
Alice es demasiado hiperactiva y acaba mojándolo todo si no la sujetas bien
que, por cierto, luego no hay quien saque tanta agua de ahí. James deberías
ayudarme a limpiar lo que hace Alice, después de todo también es hija tuya, si
tienes tus ojos, sí, y mi pelo y… hay, que mona es. ¿Sabes? El otro día me dijo
que había hecho un dibujo de un pato en el cole y…
Sanae siguió parloteando con James, totalmente fuera del
tema principal del que estaba intentado explicar. Como si eso ya no tuviera
nada que ver.
- Tranquila, no pasará mucho tiempo hasta que se canse de
andar y se vaya – le dijo Cami a Shana a espaldas de su hermana mayor.
Sanae y su esposo charlaban animadamente sobre la cena que esa
misma noche prepararían. Hoy el tocaba cocinar a Sanae.
- Uf, mi estómago no lo soportaría una vez más. La semana
mexicana de ‘’Sana-chan’’, con toda esa comida picante y… - a Shana parecían
subirle los colores al recordar aquellos sabores y manjares radioactivamente
incomestibles para ella (y para el resto del mundo).
- Te comprendo. – Cami suspiró– Entonces… hoy quizás debas
cenar con nosotros, ¿VERDAD, CUÑADO? – le gritó a James.
- ¿¡Qué!? ¡PERO SI HAY TACOS! No te los puedes perder
sobrina mía. – dijo él ilusionado, mientras Sanae le hablaba al aire sobre las
patatas que se había comido en un restaurante de comida rápida.
- ¿James, como soportas toda esa comida? – preguntó Shana.
- ¿Pero qué...? ¡Si mi mujer es la mejor cocinera del mundo!
Ahora ya sabemos porque aquel doctor tan sexy se había
casado con semejante cocinera. El amor te deja ciego, como si te echaran spray
de pimienta en la cara y no pudieras echarte agua para ver.
La pareja de vejestorios siguió brincando como jóvenes por
la calle sin atender mucho a los demás.
- Jamesito, aún tenemos trabajo que hacer con Shana-chan. –
explicó Cami.
- ¿Pero el trabajo no estaba entregado ya? – gritó Ren lo
que parecía a los cuatro vientos.
- Ah, el trabajo es importante, entonces si podéis ir. –
contestó James más distraído que nadie. Hipnotizado por su esposa la cual le
hablaba como si le interesase sobre los flamencos rosas del zoológico.
- Rápido, ¡huyamos! ¡Es nuestra oportunidad! – la Gata
camino sigilosamente hacia otra dirección, mientras su cuñado y su hermana
seguían de largo por la calle.
- ¡Mamá!
- ¿Sí, cachorrillo?
- ¿Por qué tito James y tita Sanae se alejan? – preguntó Ren
inocentemente.
- Porque la comida de Sanae estaba envenenada y no les
quedaba mucho tiempo antes de que se convirtieran en zombis a causa de ella. Es
lo que tiene comprar en un super barato. – le dijo Castiel a su cachorro,
caminando junto a él. En algún momento se cansó de los hombros de su machote
padre y se bajó de encima.
- Castiel, no lo asustes, ¡qué le dije que si pasaba
teníamos una motosierra en casa! – gritaba la gata horrorizada – ¡Tranquilo
cachorrillo, que los tíos no tienen el Virus-T!
- Menudos padres estáis hechos – decía Shana mientras
Castiel reía a carcajadas y Cami estrujaba a Ren.
Siguieron andando un poco más y no tardaron en adentrarse en
la primera tienda de comestibles que vieron.
- ¡Yo quiero flaaaaaaan~! – gritó Ren haciendo un amago para
correr derechito a la nevera de postres.
- Nya, a ver si te comportas Ren, y compras unas galletas
para tu madre. – le dijo Cami como si se tratara de algo grave, y lo era.
El niño camino por el pasillo de los dulces con un rostro
pensativo. Sabía que si elegía bien el paquete de galletas obtendría más puntos
positivos con su mama gato, por lo tanto, más posibilidades de que le comprara
aquella consola de video juegos tan ostentosa y cara que llevaba observando en
distintas tiendas desde que la sacaron en televisión por primera vez.
El pequeño rastreo los envoltorios de paquetes hasta que dio
con uno especialmente… especial. Se trataba de un paquete con un dibujo, mal
hecho, de un gato mordiendo una galleta color rosa que fácilmente tendría un
billón de calorías.
Ren no se lo pensó dos veces y le llevo las galletas para
que su madre les diera el visto bueno.
- ¡Nya! – dijo sorprendida la mujer gatuna – Este es nuevo.
Me lo llevo. – dijo rápidamente mientras se lo entregaba al cajero. Este la
miro raro, pero obviamente, poco le importaba ya a Cami. - ¡Por esto puedes
coger dos flanes!
El cachorrillo sonrió y fue corriendo a por su postre.
- Entonces yo iré a por tres flanes. – dijo Castiel. El
rockero fue detrás de su hijo con una sonrisa maliciosa luciéndose en su cara.
Shana solo podía observar como todos se volvían locos por
los dulces y se consumían en lo que sería su diabetes futura. Está bien, no
pasará. Pero podría. Aunque, aprovechó y se compró unas gominolas.
Al salir todos de la tienda, con sus tesoros comestibles,
Shana no pudo evitar fijarse en un cartel pegado a la vidriera del local de al
lado. Se acercó a mirarlo más detenidamente y se sorprendió al encontrarse cara
a cara con una imagen de una de las integrantes de Metal Goddess.
- Oh, maaama, es tita Sui. – dijo Ren saboreando su flan.
- ¡Te dije que no podías abrir el flan hasta comerte las
verduras! – le riñó Cami.
- Oh, es verdad, es Sui. – dijo Castiel con flan en la boca.
- ¿Tú también? ¿Qué
ejemplo le das a tu hijo? ¡Injusticia! – gritaba su esposa ofendida.
- Se ve muy genial – dijo Shana admirando lo que veían sus
ojos.
- ¿Es que nadie me va a hacer caso?
- Ven a verlo – dijo Castiel empujándola hacía él para
mejorarle las vistas.
- Así que ahora está en otra banda… ¡Me ha sido infiel! – se
quejaba Cami. – Aunque está bien… ella hace lo que le gusta. Tenemos que ir a
verla tocar.
Siguieron hablando de aquello mientras seguían andando hacia
la zona comercial de la ciudad, ya que a Cami le había dado algo por ir a
comprar allí los ingredientes para la cena de aquella noche.
Era la primera vez que Shana caminaba por ahí, a pesar de
que allá vivido varios años ya en aquella ciudad. No le pareció muy
interesante, pero tampoco creyó que debiera serlo, a fin de cuentas, la gente
solo iba a comprar. Castiel, Cami y Ren fueron a comprar lo que la señora
gatuna deseaba, dejando a Shana algo de libertad para moverse por allí, aunque
aún no sabía muy bien que hacer o dónde mirar.
No muy lejos de ella había algo que le pareció interesante
de ver allí. Un colgante de un ala de ángel plateado. Todo precioso el, tanto,
que Shana no pudo resistirse a acercarse a verlo mejor. Tenía que ser suyo.
Rebusco en su mochila y su cartera algo de dinero, pero recordó que se había
gastado lo que le quedaba en un libro el día anterior. Lo pensó un momento y se
decidió. Le pediría dinero a Cami y cuando pudiera se lo devolvería.
La busco con la mirada entre la multitud de viejecitas
comprando verduras y, aunque es fácil distinguirla, no la encontraba. ¿Se
habían alejado tanto?
La gente no paraba de acumularse, como si nada más llegar
ellos, les hubiera dado a todos por comprar en el mismo sitio. De entre tanto
jaleo, apareció una cabellera que le resultaba familiar. No era otro más que
Ryu, que los había seguido todo el camino sin que ellos se dieran cuenta.
Aunque eso Shana no debía saberlo.
El chico mostraba un rostro desinteresado ante todo aquel
bosque salvaje de tiendas. Pero realmente, se había perdido buscando a Shana y
no sabía qué hacer. Esta fingió no haberle visto y siguió a lo suyo con lo del
colgante.
- ¡Shana! – la llamo Ryu. La chica se dio la vuelta con
cansancio. ¿Cómo podía ser tan insistente? ¿Tan increíble le parecía su
existencia? – Qué raro encontrarte por aquí. – prosiguió el chico cuando ella
había puesto un ojo sobre él.
- Es un país libre, se supone que puedo estar donde quiera,
¿no? – dijo ella a la defensiva.
- Calma mujer, no venía con malas intenciones. Es solo que
como hoy me ha parecido que me has evitado…
- No te evito, solo te ignoro.
- ¿Acaso no es lo mismo?
Ella se limitó a ignorar aquella pregunta también, y soltó
un suspiro.
- ¿Vas a seguir ignorándome por mucho tiempo?
Shana se quedó callada, sin mirarle.
- Y yo que quería invitarte a un brownie de chocolate...
La oferta era muy tentadora para la princesa. Era su dulce
favorito y su debilidad, pero también le molestaba que él lo supiera. ‘’Maldito
acosador’’ se decía una y otra vez en su cabeza.
- ¡Irá! – gritó Cami apareciendo con un montón de bolsas
colgadas de los brazos - ¿Verdad? – miró a Shana con los ojos brillantes,
intentando convencerla mentalmente.
[…]
- ¡Puedes llegar a la hora que sea, pero que sea antes de la
cena! – decía Cami mientras se despedía de Shana y Ryu, y se iba felizmente con
su esposo y su hijo.
El joven Ryu le agradeció a la gata mentalmente aquella
oportunidad de estar con Shana. Aunque ella aún no se creía como la habían
convencido para eso. Se giró rápidamente hacia Ryu, que le ofrecía una sonrisa
triunfante.
- ¿Qué con esa cara? – preguntó molesta a la vez que se
cruzaba de brazos. A causa de sus movimientos, el colgante que pendía ahora de
su cuello no dejaba de dar saltitos sobre su pecho.
- Eres sobornable. – le dijo el chico mirando el collar con
el ala.
- ¿¡Qué quieres decir con eso!?
Ryu comenzó a andar hacía una dirección desconocida mientras
tarareaba una canción.
- ¡Oye, contéstame! – se quejó ella siguiéndole a paso
ligero.
- Te llevare a la mejor cafetería de la ciudad en la que le
puedes echar al brownie todo lo que te dé la gana, y además, gratis, porque te
invito yo. ¿No soy genial? – el chico pasó su brazo por el cuello de Shana y la
despeino un poco.
Al llegar a la cafetería, ninguno de los dos se esperó lo
que había allí, era… era… una cafetería normal y corriente.
- ¿Esta es la mejor de la ciudad? – preguntó Shana algo
decepcionada.
- Eso fue lo que me dijeron… Bueno, sentémonos. – dijo Ryu
moviéndose de la entrada. Shana lo siguió pesadamente, y se sentaron en una
mesa un poco alejada de la multitud, pegada a una ventana.
- Bueno, ¿por qué me has hecho venir? – preguntó
directamente Shana.
- Espera, primero a lo primero. – dijo él acomodándose en el
asiento.
- Bienvenidos a Jhon & Cookie, ¿qué desean tomar? -
preguntó una camarera que pareció llegar de la nada.
- Un café muy caliente. – dijo Ryu.
Shana abrió la carta de par en par y empezó a pedir cosas
como si no hubiera un mañana. Claro está, para hacer disfrutar este encuentro a
la cartera de Ryu.
- Unas trufas y… ¡Ah, sí! Un brownie de chocolate. Eso es
todo. – terminó diciendo la princesa después de la sinfonía de nombres de
postres que se había montado ahí.
- Entendido, les traeremos su pedido en unos minutos.
- ¿Te lo vas a acabar todo? – dijo Ryu mirando el interior
de su cartera y buscando oro mágico en su bolsillo o algo parecido.
- Si dejaras de ignorar mis preguntas…
- Sólo quería salir en una cita contigo.
Shana se sorprendió un poco en el fondo de su corazoncito de
hierro.
- ¿Por qué te intereso tanto? Insistes en acompañarme a casa
todos los días, hacemos juntos los trabajos de clase, me pides los deberes…
Ryu se sonrojó por aquello último.
Shana se acercó más a él.
- ¿Me estás escuchando? - preguntó mirándolo directamente a
los ojos.
- Aquí tienen su café, su muffin, el chocolate caliente, las
trufas, el batido, la tostada, el croissant, las galletas, las magdalenas, el
mont blanc… - la camarera no calló hasta que dejo todo lo que había en su
bandeja en la mesa. Nadie sabrá jamás cómo consiguió llevar todo aquello de la
barra hasta allí.
- ¿Y bien? – dijo Shana que no había parado un segundo de
observar a Ryu con sus ojos miel.
- Es que… me gusta tu pelo. – dijo él zampándose de un
bocado uno de los croissants que había pedido ella. Shana se mostró enfadada, y
echo todos los platos hacia él menos el del brownie.
- Tranquila, puedes comértelos tú. – dijo él con la boca
llena, completamente alegre de nuevo.
Después de aquello hubo un silencio bastante incómodo y
Shana se pasó la mitad del tiempo observando el panorama que le mostraba la
ventana.
- Oye, si comes tanto ¿no te preocupa engordar? - preguntó
Ryu para romper el silencio - Creí que estarías atenta a ese tipo de cosas,
como eres la Princesa Escarlata...
- Mi metabolismo lo quema todo - dijo Shana - ¿Y qué es eso
de Princesa Escarlata? - preguntó sin entender.
- Así te llaman en el instituto, ¿no? Se supone que deberías
saber estas cosas. Es por tu apellido, Scarlet, princesa Escarlata. ¿Entiendes?
– explicaba él.
- Lo entiendo, y me parece una tontería, por eso siempre
ignoro los rumores y no me entero de cosas como esas - dijo la joven pelinegra
- Pero sigo sin entender porque hay tanta gente que me llama princesa.
- Es por tu ‘’elegancia’’. O eso dicen. – comentaba Ryu.
Shana no le contestó y se puso a mirar que podría ser lo
siguiente que se comiera de todo lo que había sobre la mesa.
- Oye, ahora que lo pienso bien… ¿Tienes dinero suficiente
para todo esto? Si la respuesta es no, no dudes en que saldré corriendo a la
más mínima oportunidad, yo no cargaré con el marrón. - dijo pensando una forma
de huir en el peor de los casos.
- No te preocupes, no tendrás que calentar. Aunque no lo
parezca tengo lo necesario.
Siguieron en aquella cafetería comiendo y charlando, cuando
Ryu soltaba alguna que otra burrada, y salieron de allí al ver que se hacía
tarde.
- Te acompaño a casa de Cami. – dijo él al salir.
- Puedo ir so-
- Te acompaño. He dicho. – dijo Ryu decididamente.
Por más que la joven lo intentará, Ryu no se separó de ella
en todo el camino y andaba felizmente.
No tardaron en llegar mucho a la casa de la gata, o eso fue
lo que les pareció a los dos. Que no pararon de discutir en todo el camino
sobre si Shana podía o no ir sola por ahí con tanto loco suelto por la ciudad.
Ella no paraba de repetir ‘’sé cuidarme sola’’ mientras él lo negaba al
segundo.
- ¿Contento? - dijo
Shana enfadada una vez entraron por la puerta y se sentaron en el sofá del
salón.
- Sí, bastante - contestó Ryu.
- ¡Hola Shana-onee-chan! - dijo Ren, el cual vino corriendo
a saludarla.
- ¡Hola! - le contestó Shana con una sonrisa y acariciándole
cabeza, cosa que dejó a Ryu sorprendido - ¿Qué? - le preguntó la joven
malhumorada al darse cuenta.
- Nada, es solo que es la primera vez que te veo sonreír -
contestó.
- Nya, ya habéis vuelto, ¿qué tal os fue? - preguntó la gata
de la casa mientras se comía las galletas que compraron, y evitando así otra
discusión.
- Bien - dijo Shana como quién no quiere la cosa - Esto...
Cami... - empezó a decir mientras veía el paquete de galletas que la señora
gatuna se estaba comiendo.
- Dime - le insistió.
- Estas son galletas para gatos - dijo Shana mientras leía
el paquete, y al momento Cami escupió la galleta que estaba comiendo.
- ¿¡QUÉ!? -dijo arrancándole el paquete de galletas de las
manos a Shana.
- Hay que ver... Siendo una adulta y ni te molestas en leer
los envoltorios de lo que consumes... -decía Shana.
- Jo, ¿qué será de mí ahora? ¿Me moriré envenenada? ¡CASTIEL
TE AMO, NO LO OLVIDES, CUIDA BIEN DE REN!
- ¡Mama! – Ren fue corriendo hacia ella preocupado.
- No te preocupes cachorrillo, te vigilaré desde el arcoíris
unicornial.
Ryu y Shana estaban a punto de soltar unas carcajadas cuando
apareció Castiel y levantó a Ren como a un saco de patatas.
- Las galletas para gatos no matan y tu madre es inmortal,
ahora ya lo sabes. – le dijo su padre, acto seguido lo volvió a dejar en el
suelo.
- Mama gato, me debes un flan por esto. – dijo Ren ofendido.
- ¿Eh? ¿Pero no te bastan los que te compré hoy? Qué glotón.
- Igual que su madre. – murmuró Castiel.
De repente, el timbre sonó estruendosamente por toda la
casa, como si de un tsunami se tratase. En menos que canta un pececillo, Sanae
y James entraron sin más junto a todos sus niños, que no eran pocos.
- ¡Hermana querida! ¡Shana-chan! – grito la pervertida
ignorando a los demás.
- Oh no... -dijo Shana mientras Ryu se quedaba observando
como la señora gata y la princesa escarlata, eran abrazadas, prácticamente
estranguladas, por la que parecía ser hermana de la mujer gata. Vamos, que
Sanae o las intentaba matar, o tenía demasiado amor de hermana acumulado.
- Anda, el chico guapo. ¿Qué hace aquí? – dijo mirando a
Shana con intenciones ocultas.
- Sólo me acompañó, en contra de mi voluntad, a casa de
Cami. Pero igual ya se iba –
- ¿Qué? ¡Pero que se quede a comer! ¡He traído comida para
todos y más! – Sanae soltó a Cami y Shana bruscamente para hacer estirar sus
brazos y medir mentalmente la cantidad de comida preparada por ella. Si es que
a eso se le puede llamar comida.
- No pienso negarme a eso. – dijo Ryu aprovechándose para
pasar más tiempo con la protagonista de hoy. Le tenía el ojo bien echado.
Shana refunfuñó ante la idea y luego Sanae recordó algo.
- Pero tendremos que volver a casa primero, hemos estado en
el parque y mis progenitoras se han ensuciado mucho como cerditos en el barro -
dijo.
- Nyo, nyo. Bañémonos juntas Sana-chan, como en los viejos
tiempos. ¡TODAS LAS PEQUEÑAS MUJERCITAS A LA BAÑERA! - anunció la gata. Una
manada de niñas algo sucias corrió hacia el baño de la casa. Atropellando un
poco a Ren y Castiel que estaban por en medio durante el trayecto. Este último
las regañó por correr tan atropelladamente.
- Bueno, disfrutad el baño - dijo Shana.
- ¡De eso nada! ¡Tú te bañas con nosotras! - dijeron las
hermanas Shinzo al unísono.
Aquello provocó las risas de Ryu, y una mirada de odio por
parte de la princesa hacía él.
- ¿Y yo qué se supone que haga de mientras? – preguntó James
adolorido en su corazón por el abandono momentáneo de su esposa.
- ¡Juega con Castiel, Ren y el atractivo Ryu! – le dijo
Sanae mientras arrastraba, junto a Cami, a Shana hasta el baño. – Menos mal que
siempre llevo ropa de recambio.
James hizo una mueca y los hombres, marginados, se sentaron
en la gran mesa del salón a beberse unas cervezas. Para Ren un zumito, eh, no
vayáis a pensar que… eh… ya.
Mientras en el baño…
- ¡UY, Shana! ¿Te han crecido los pechos desde ayer? –
pregunto Sanae toqueteándolos sin ningún tipo de vergüenza.
- ¡Sanae! ¡Ahí no que duele! ¿¡En dónde estás tocando
ahora!? – decía ella.
- Mary, pásate bien el jabón por el pelo. – le decía Cami a
una de sus muchas sobrinas.
- Siiiiiiiiiiiiiii.
- Mamá, ¡yo también quiero tocar los pechos de Shana
onee-san!
- Oh, claro.
- ¿¡QUÉ!? ¡Soltadme!
- Woooo, que piel más suave.
- Nya, nya. Dejadme a mí también.
- WIIIIIIIIIIIIIIII. ¡BURBUJAS!
- El pato, atrapadlo, ¡Esta huyendo!
- Cami gatita-sama, tus pechos son como dos melones
enooooooormes.
- Oish, Caroline, no digas esas cosas.
Ante aquella sinfonía de comentarios de todo tipo, que se
podían oír hasta el final del vecindario, los chicos empezaron a pensar en
cosas… no aptas para menores.
- Qu-qué bonita noche, ¿verdad? – dijo James con la cara
sonrojada para intentar distraer a los demás del jaleo.
- Ahí se han montado una buena fiesta. – dijo Castiel
dándole otro sorbo a su cerveza.
- Papá, ¿yo no puedo ir? – preguntó Ren, inocente.
- No, que ya eres un macho. Tú te bañarás conmigo.
- Pero es que los pechos de mamá son más suaves, y papá solo
tiene un enorme elefante.
Todos escupieron lo que estaban bebiendo. Mientras en el
baño se escuchaban gritos que difícilmente se distinguían entre dolor y placer.
James se aclaró la voz y se levantó de su silla con las
manos apoyadas en la mesa.
- Debería ir a ver qué pasa. – hizo una amago de irse, pero
Castiel le paró.
- Ahí no solo esta Sanae y tus niñas sin ropa. – le dijo
serio. James se puso rojo y trago saliva.
- ¡No iba a abrir la puerta!
- Ya, claro.
- ¡NYAAAH! ¡Mi punto débil!
Castiel empezó a toser a toser a causa de lo que había
escuchado gritar a su esposa. Él sabía de su punto débil.
- ¿Pero qué están haciendo?
- se preguntó en voz alta.
- Papá, esa tos es de fumar tanto. – le dijo Ren a su padre.
Se escuchó otro grito, esta vez por parte de Shana.
- Tendríamos que comprobar que estén bien. – sugirió Ryu.
James le miró mal, imaginando que quería espiar a su querida esposa, aunque al
final todos accedieron.
Tocaron la puerta y esperaron alguna respuesta. Pero no se
oía nada, ni siquiera los gritos de antes. Los tres hombres se miraron y
miraron a Ren, que les había seguido en su expedición.
- Ren, pregunta si están bien. – le dijo Castiel. El niño
asintió y se pegó a la puerta.
- Shana onee-san, ¿estáis bien?
- ¡Socorro! – gritó ella.
Ren, preocupado a más no poder, abrió la puerta de golpe.
Las niñas empezaron a gritar y tirarles de todo a los chicos. De esponjas hasta
Frederic, el pato de goma verde.
- Pero que pedazo de pech-
Antes de que Ryu pudiera acabar de deleitarse con las
vistas, James, al ponerse celoso sobre su esposa, le dio un golpe en el
estómago, no muy fuerte por suerte.
Entre tanto jaleo, nadie se dio cuenta de que un matojo de
pelos con jabón salía corriendo de allí con toda la ropa de las chicas.
- ¡Pervertidos! – dijo Cami tapándose sus partes.
Shana se escondió detrás de Sanae, aprovechando su carne, y
cogió un bote de champú como arma de defensa.
- ¿¡A qué esperáis para largaros!? – grito la princesa,
enfadada y avergonzada.
Los chicos estando en las nubes y a punto de chorro de
hemorragia nasal, no entendieron el mensaje. Sanae entonces, fue y les cerró la
puerta en las narices.
- ¡Espiar a una chica es de todo menos caballeroso, y Shana
es nuestra ahora mismo! ¡Esperad vuestro turno! – dijo ella preparándose para
seguir toqueteando a Shana.
- ¿¡QUÉ!?
- Sanae, se gentil con ella. – dijo Cami mientras enjabonaba
a una de las niñas.
- ¿¡PE-PERO QUÉ HACES AHORA!?
- Wiiiiiiiiiiiiiiiiiii, meloooones.
- Mary, sal ya del agua, que te arrugarás. Ve a cambiarte.
- Tiiita Camiiii, ¿dónde está la ropa? – pregunto Mary ya
fuera.
- ¿Nya? Tiene que estar ahí.
Los chicos se volvieron a sentar en la mesa, un poco
acalorados y con algunas manchas de jabón y agua en la ropa.
- Mocoso, no vuelvas a abrir la puerta sin avisar. – le dijo
Castiel a su cachorrillo.
- Papa… ¿Qué era eso que tenía mama entre las piernas?
James miro hacia otro lado y Ryu se sonrojo por octava vez.
- Homph, te lo contare cuando seas mayor.
De repente una misteriosa cosa llena de jabón y pelos pasó
corriendo por el pasillo riendo y saltando. La cosa se metió en el baño
rápidamente y se escuchó una leve risilla proveniente de ella.
- Jolines Alice, ¿dónde estabas? – se escuchó decir a Sanae.
- Mama, ¿tienes idea de donde está vuestra ropa? – dijo ella
maliciosamente. Alice era muy revoltosa, además de pequeña, y se metía en
demasiados líos.
- No me digas, ¿¡otra vez la has escondido!? ¡Estarás
castigada jovencita! – le dijo Sanae entre el vapor del baño.
Alice corrió hacia la bañera y salto en ella de golpe,
salpicando un montón, y saliendo sin jabón de ella. Luego corrió hacia fuera
sacándole la lengua a su madre.
James vio a su hija correr hacia las habitaciones y salir de
una de ellas con la ropa puesta.
- Alice, ¿qué has hecho esta vez? – le preguntó.
- Naada. – dijo ella con las manos en la espalda y sonriendo
de oreja a oreja.
- ¡Jaaaaaaaaaames! ¡Tú hijaaaaa! – gritó Sanae desde el
baño. - ¡LA ROPA!
Su marido, al comprender a lo que se refería, miró con
desaprobación a Alice, pero no le duro mucho, puesto que tenía debilidad por
ella. Ésta salió corriendo mientras reía y James suspiró. Como ya había pasado
otras veces, tendría que buscar la ropa de las niñas para que pudieran salir
del baño sin helarse.
James miró a Castiel suplicante, ya habían vivido esa
experiencia varias veces en el pasado, y Alice no se cansaba de repetirla.
- Joven mal pensado, tú también tendrás que ayudar. – le
dijo James a Ryu.
- ¿Eh? ¿Qué pasa?
- Nuestro objetivo es ropa femenina, puede que las haya
vuelto a poner en el fondo del armario grande o en el baúl de Ren, pero podría
estar en cualquier parte. – explicaba el rubio padre de Alice.
- ¿Me lo dices en serio? – dijo Ryu confundido.
- Venga, cuanto antes la encontremos antes comeremos. Enano,
ayuda también. – dijo Castiel. Ren se cruzó de brazos y refunfuño.
- ¡No quiero volver a buscar braguitas! – dijo ofendido.
- ¿Bra-braguitas? – Ryu se puso rojo otra vez.
Los hombretones empezaron a moverse por toda la casa
buscando ropa de señoritas. Se separaron y buscaron en cada rincón, pero la
niña parecía haber aprendido donde no tenía que esconderla, y eso les hizo
desesperarse.
- ¡No encuentro el sujetador de tita Sanae! - gritó Ren
corriendo por el pasillo.
- Pues busca mejor. - le dijo su padre ya frustrado por la
búsqueda del tesoro sin fin.
- Eres un pesado.
- ¡TU BUSCA LA ROPA!
- ¡He encontrado algo! - grito James.
- ¿¡BRAGAS!? - preguntó Ryu, que ya se le estaba yendo la
cabeza para otro lado.
James le miró con profundo odio y saco la ropa de alguna de
las niñas de detrás de una maceta.
- ¡Bien hecho tito James!
- Quedan las prendas mayores... cuidado con lo que haces,
Ryu. - dijo Castiel.
Los celos le podían al pobre, las bragas de su gata eran
importantes.
Ryu se metió en una habitación al azar en la que creyó no
haber estado. Era como una habitación-almacén, había cuadros llenos de polvo,
discos de grupos que para el parecían de la edad de piedra, muebles algo
desgastados...
En un acto reflejo vio algo brillante en una estantería y se
acercó por pura curiosidad.
Resultó ser el collar que Cami le había regalado a Shana esa
misma tarde.
Junto con su ropa y...
- Su-su-su... sujetador.
A Ryu por poco se le escapaba un chorro de sangre por la
nariz al ver la ropa interior de Shana. Con su sujetador de encaje negro y sus
braguitas sexys a juego.
- ¡Ryuuuuuuuuuuuuuuuuuuu! - gritó Ren entrando en la
habitación.
- UE - Ryu cogió las cosas de Shana rápidamente y las ocultó
un poco de Ren. - Aquí está la ropa de Shana. Va-vayamos a devolvérsela.
Ryu fue con Ren hacia el baño a darles la ropa que habían
encontrado hasta ahora. Shana apenas abrió la puerta para pasar la mano. Ryu,
de mirón, observó a la princesa, que iba con una toalla roja hasta antes de las
rodillas y con el pelo mojándole los hombros. Estaba un poco ruborizada y a él
se le antojo como la cosa más bella en todo el universo en aquel momento.
- Y ya vete de aquí, que nos vamos a cambiar. - dijo ella al
otro lado de la puerta nada más cerrarla.
El despertó de su empanamiento mientras Castiel y James
llegaban con lo que faltaba, y el enorme sujetador de Sanae.
La primera en salir vestida de aquel infierno que había sido
baño, fue Shana. Gritándole a Sanae mientras se colocaba bien el vestido.
- ¡La próxima vez te denunciare por acoso sexual!
- Shana onee-san, ¿estás bien? - dijo Ren abrazándola por
las piernas. De repente el humor de la chica cambió y le acarició la cabeza.
Después de eso, se vio a Cami secándole el pelo a sus
sobrinas utilizando el secador como si fuera un arma mortalmente mortal para la
humedad.
Luego Sanae le hizo un peina distinto a cada una, menos a
Diana que ''se peinaba sola''.
Finalmente, los hombres muertos de hambre, reclamaron
comida. Sanae solo les mandó a por ella porque las chicas estaban todas
cansadas por el jaleo.
Ryu aprovechó un momento de discusión de familia sobre quien
usaba que vaso de qué color y se puso cerca de Shana.
- La verdad es que no me esperaba para nada esto. - le
comentó.
- ¿El qué? ¿Qué estén todos locos? - le preguntó ella.
- Sí, algo así. Pero es agradable.
Shana se quedó un
momento pensativa, y de repente abrió mucho los ojos.
- ¿Tú no habrás visto mi ropa interior cuando la buscasteis,
no?
- ¿Ro-ropa interior? ¿Yo? ¡Si soy un caballero! - mintió él.
Pensando todo lo contrario en su cabeza.
Ella le miró fijamente mientras el sudaba la gota gorda.
-Tienes de caballero lo que yo de rubia-dijo Shana.
- ¡Onee-san! - dijo Ren celoso de que Shana le prestara
tanta atención.
La cena transcurrió lo más normal que se podía en esa casa.
Las hijas de Sanae haciendo escándalo... los vecinos quejándose, perros
ladrando... Pero todo perfectamente. Para tranquilizar un poco a los niños Cami
sugirió una película para entretenerles, cosa que funcionó, hasta que los demás
se dieron cuenta de que era una película romántica.
- Oyeeeeeee, ¡que se están besando! - grito Hope
acurrucándose junto a una almohada en el suelo.
- ¡Y le está tocando el hombro! Cecilia, ¡tú no puedes ver
esto! - dijo Estella tapándole los ojos a su hermana.
- ¡Deeejame ver! ¡Ya soy mayor! - se quejaba Cecilia.
- Sabía que les encantaría. - dijo Cami felizmente.
En otra parte del sofá, Shana se estaba quedando dormida
poco a poco y, sin darse cuenta, estaba cayendo lentamente sobre el hombro de
Ryu, que también estaba un poco tostado.
Ren al ver aquello, y que la película era una bazofia, no lo
soportó y se sentó de golpe entre la pareja. Shana abrió los ojos por completo
y se despertó del todo al darse cuenta de la situación. Ren miraba fijamente la
película y se acomodó más en Shana. Esta sonrió y le estrujó.
Al cabo de un rato, los protagonistas en televisión,
comenzaron a darse un beso apasionado, de esos que ves y no te los crees.
- ¿Shana onee-san, has tenido una cita alguna vez? –
preguntó Ren en voz baja.
- ¿Eh? Bueno yo… una, pero...
Ryu frunció el ceño y siguió escuchando por si se enteraba
de algo más.
- ¿Estas enamorada como lo está mamá de papá? Aunque ella
dice que es más porque papá es adicto a ella…
- Ren, esto, no, pero...
Ryu volvió a poner mala cara, esta vez un poco más triste.
Pero decidió que la conquistaría, así que eso haría. Intento no hacer ningún
ruido y prestó más atención.
- ¿Sera que mamá está hecha de caramelos y por eso le gusta
tanto?
- Oye, mir-
- Papa me dijo que me contaría más cosas cuando fuera más
mayor pero yo las quiero saber ahora, jo. ¿Por qué las chicas usan braguitas y
eso en los pechos?
Shana empezó a ponerse nerviosa con tantas cosas que le decía
y Ryu no hacía más que divertirse mirando sin siquiera mover un dedo.
- Me pregunto cómo es besar a alguien, ¿para eso hace falta
pasar una prueba? ¿Hay que practicar? La seño en nuestra guardería dijo qu-
- Ya basta cachorrillo, deja de molestar a Shana-chan. –
dijo Cami llevándoselo de allí a rastras.
- Oye, Shana, ¿Con quién has salido en una cita? – susurró
Ryu observándola fijamente con la poca luz del salón.
- Adivínalo. – le contestó ella volviéndose a centrar en su
sueño y en no caer en su hombro otra vez.
Por otro lado, Ren se amargaba con la idea de que Ryu le
quitaría a su onee-san y no la podría ver más. El pobre cachorrillo, a pesar de
ser solo un niño, ya se le estaba liando la cabeza con el primer amor. El
pequeño salió por la puerta de su casa sin hacer ningún ruido, para que nadie
pudiera frenarle ya que quería estar a solas un rato.
A causa de las preguntas que le había hecho el cachorrillo a
la princesa, en el salón estaban todas las niñas revolucionadas.
- ¿Has tenido ya tu primer beso, onee-san? – preguntó Diana,
la hija más mayor de Sanae.
- La verdad es que no... – contestó Shana.
Dicho esto todos la miraron desconcertados.
- Teniendo en cuenta que eres pariente de éste – dijo
Castiel señalando a James – pensé que serias más lanzada, pero que se le va a
hacer.
- Voy al instituto a estudiar, no a ligar. – Shana hizo una
pausa - Además, no es mi culpa si no me gusta nadie – se mostró algo molesta
ante aquello.
- ¡Es como una virgen! – comento Cami mirándola fascinada.
- Yo a su edad… ejem, nada. – dijo Sanae pensando a saber
qué.
- ¿Por qué es tan importante el primer beso?
- No lo sé - contestó.
- Pero... - dijo Ryu - Por lo que se dice, recibes de tres a
cinco cartas de amor cada dos semanas.
- Sí, pero si alguien tiene algo que decirme, prefiero que
me lo diga directamente - contestó.
Ryu suspiró aliviado al darse cuenta de la virginidad de la
chica. La tendría toda para él algún día. Lejano o cercano. A saber.
- ¿Por qué suspiras? – preguntó ella confundida.
- Lo entenderás en su momento. – dijo Ryu malvadamente,
poniendo una mano en su cabeza.
Shana desconfiada se alejó un poco de él.
- Menudo nos ha montado el mocoso aquí, antes estaban más
tranquilas. – murmuraba James entre tanto jaleo.
- Es que quiere mucho a su onee-san. – le dijo Cami.
- ¿Dónde se ha metido? – preguntó Castiel.
- Estará en el baño. – dijo Sanae.
- Jeje, eso crees tú mamá. – dijo Alice rondándola.
- ¿Qué quieres decir con eso, Alice? – preguntó Cami algo
asustada.
- Pues que Ren salió por la puerta de la calle hace un rato
– dijo Alice sonriendo maliciosamente.
- ¿QUÉ? – dijo Castiel alterado. - ¿A ESTA HORA? MEJOR QUE
SEA MENTIRA, NIÑA.
- Yo lo he visto – Alice infló los mofletes.
Cami corrió y salió de la casa sin decir nada, pero nada más
pisar el suelo del exterior se resbaló y cayó de culo.
- ¡Mierda de nieve! – gritó, a pesar de que le encantaba el
invierno. Intentó levantarse pero se volvió a resbalar.
- Cami, tonta. – dijo Castiel levantándola, que la había
seguido. – Sanae ha dicho que se quedará cuidando de las niñas y la casa,
mientras nosotros vamos a buscarle.
La gata no podía creerse lo tranquilo que estaba su esposo
tan de repente. Se puso recta y estaba algo temblorosa. Castiel le echo un
abrigo por encima y miró a los demás en la entrada.
- Será mejor que nos separemos para buscarlo. – dijo James.
- Está bien. – Ryu sin pensarlo dos veces cogió a Shana del
brazo, mientras esta se colocaba bien la bufanda y se adelantaron.
- ¿Qu-qué haces? – dijo Shana mareada por el estirón tan
brusco.
- ¿Qué pasará si se pone a nevar fuerte, o si alguien se lo
encuentra? Si no le encontramos pronto… - dijo él seriamente.
- ¡Ren, ¿dónde estás?! – gritó ella.
Por otro lado, James se había ido solo por un camino y
Castiel y Cami le buscaban por los lugares a los que solían ir, gritando su
nombre a todo pulmón.
- ¿Por qué se habrá ido? – preguntó Cami con los ojos
vidriosos, al comprobar que cerca de la tienda de comestibles no pasaba ni Ren
ni un fantasma.
- Agh. – Castiel la abrazó pensando en la que le iba a caer
al mocoso cuando lo encontrasen, que esperaba que fuera pronto. Puesto que él
estaba igual de asustado que Cami por si le llegaba a pasar algo.
- Sigamos. – dijo Cami sorbiéndose la nariz. - ¡Reeeen!
James se estaba helando hasta los huesos mientras caminaba
por un parque.
- ¡Enano! ¿¡Se puede saber dónde te has metido!? – dijo
gritándole a la nada.
Algo dentro de él pensó que el aire le contestaría, pero no
se oía nada.
- ¡Te juro que si vienes ahora para navidad tendrás esa
consola que tanto quieres!
El soborno tampoco funcionaba.
- ¡REN, QUE SERÁ GRATIS, JODER!
James estornudo, tan fuerte que hizo eco entre los árboles.
- Cojonudo. – se dijo para sí mismo.
Mientras tanto, Shana y Ryu seguían buscándolo por la calle.
Algunos vecinos se habían asomado a sus ventanas a reprocharles el ruido. Así
que consideraron dejar de gritar por un tiempo, y buscarlo más con la vista.
- ¿Será que se ha ido porque no le conteste a sus preguntas
correctamente? – se preguntaba Shana.
- No creo que fuera por eso, es un buen niño. – le contestó
Ryu.
- ¿Has deducido eso nada más verle hoy?
- Se podría decir que sí.
Anduvieron un buen trecho y Ryu empezaba a notar que Shana
se iba quedando un poco atrás. Le costaba caminar en la nieve. De repente ella
empezó a toser y lentamente, como pudo, saco un inhalador de su abrigo.
- Sera mejor que volvamos. – dijo Ryu preocupado.
- Vete tú si quieres. – dijo ella encontrándose mejor.
- Shana, no creo que sea bueno para ti, además, a lo mejor
ya está en casa.
- Si así fuera, Sanae nos habría llamado por teléfono.
Ella le miró desafiante, mientras él pensaba algo para
convencerla. No quería arriesgarse a que se enfermara de tanto estar ahí fuera.
- Entonces te acompañaré y seguiré buscando, pero…
- ¡No! ¡Le encontraré! ¡Después de todo es mi culpa que él
se fuera, no le preste la suficiente atención! – dijo Shana fuera de sí con la
cabeza agachada.
Ryu se quedó callado, mirándola angustiado.
- No es tu culpa.
- ¡Claro que lo es! – le respondió ella. – ¡Siempre he sido
yo la que ha metido la pata, siempre! ¡No quiero que nadie más sufra por mi
culpa! ¡No otra vez! Y Ren es importante para mí, así que si quieres irte vete,
lo buscaré yo sola, no necesito tu ayuda. – parecía estar a punto de llorar.
Sin saber cómo ni porque, en un pestañeo, Ryu estaba abrazando a Shana.
- Como si pudiera dejarte sola. – dijo el apretándola contra
su pecho.
- ¿Por qué no? – dijo ella sorprendida ante el repentino
abrazo.
Él respiro hondo, notando el olor a perfume de ella, y
suspiró.
- Porque te quiero.
Ella se quedó callada, intentando que el eco de su mente
dejara de repetir su frase. Ryu, al ver que Shana ni se movía, puso sus manos
sobre sus mejillas y la miró de frente. Ella seguía sin decir nada, más bien no
sabía que decir, apenas sabía que era lo que estaba sintiendo, y si estaba bien
o mal.
Ryu sonrió, y soltó una pequeña risa.
- No tienes por qué decir nada. Solo que lo tengas en cuenta
me basta. – él pego su frente con la de ella, mientras no dejaba de sonreír. –
Al menos te has calmado.
Shana se separó lentamente de él y miro hacia otro lado.
- No es el momento para estas cosas, deberíamos seguir
buscándolo. – dijo ella.
- Está bien. – Ryu le sonrió con tranquilidad y siguieron
andando un poco más despacio que antes, por si acaso.
- Lo que dijiste antes... - empezó a decir la princesa
escarlata - Eres el primero que me lo dice directamente, así que creo que
mereces saber algunas cosas – respiró profundamente y se preparó para lo que
iba a soltar - Nací con... unas peculiaridades psicológicas que me hacen más inteligente,
pero que no me dejan entender las cosas de la misma forma que la gente normal.
Desde que era pequeña he cargado esa cruz a mi espalda, y por esa cruz, entre
otros motivos, mi familia se rompió en mil pedazos. Por ello siempre quise
conocer a mi familia por parte de padre, que eran extranjeros. Sobre todo a mis
abuelos, porque deseaba saber qué era una familia. Pero murieron cuando tenía 6
años. En ese entonces me hice la fuerte y no lloré, por mi padre, pero éste
quería que llorase, quería verme sufriendo por la pérdida para sentirse más
reconfortado. Me dio tanta rabia... Qué no solté ni una sola lágrima. Fue
después de aquello que mis padres se divorciaron, porque mi madre le puso los
cuernos a mi padre y por mis peculiaridades psicológicas. He estado creciendo y
avanzando con mi cabeza bien alta, soportando esa cruz, la muerte de mis
abuelos, el no poder conocer a mi familia por la barrera del idioma entre otros
motivos, el que mi padre me llamase anormal, hija de puta y similares, la
perfección que mi madre esperaba de mí...
Se giró hacia Ryu.
- No soy perfecta, ni una princesa como suelen decir, solo soy una chica defectuosa, pero por
favor, te ruego que seas honesto y me digas si lo que dijiste iba en serio o
solo era una broma, parte de una apuesta u otra cosa, porque la verdad es...
-se sonrojó antes de terminar - También te quiero, pero con que solo digas que
me quieres no sé si seré capaz de confiar en ti, no es por nada personal, es
solo que estoy harta de herir y de ser herida, no quiero sufrir más ni hacer
sufrir a nadie.
Ryu se sorprendió y no pudo evitar sonrojarse. Ella le había
desilusionado inconscientemente para al cabo de un rato ilusionarle como nadie.
Él pensaba que no necesitaba nada más que estar cerca suyo y cuidarla, pero ahora
que sabía que tenía oportunidad de una relación más grande…
- Claro que era verdad, jamás he dicho, ni diré, una cosa
así si no estuviera completamente seguro o fuera mentira. No necesitas ser
perfecta, no eres una chica defectuosa y tampoco te voy a herir. ¿Estarías
dispuesta… a confiar en mí?
- Yo… - Shana se lo debatía mentalmente, pero el corazón le
ganaba de mas – Lo haré. No me decepciones.
- Eso nunca. – dijo Ryu sonriendo de oreja a oreja, aunque
no le quedaba mucho para llorar de la felicidad. Shana lo vio y se acercó más a
él. El chico aprovecho mientras dejaba de andar, y agacho un poco su cabeza
para robarle un beso.
- ¡¡Shaaana onee-san!! – Ren apareció de la nada y le hizo
un ‘’placaje’’ a Ryu, con lo cual consiguió que perdiera el equilibrio y
callera al suelo, con Shana mas desorientada que un pato bizco.
- ¿Pe-pero qué? – dijo Ryu levantándose de la fría nieve.
- ¿Este tipejo te estaba acosando nee-san? – le preguntó Ren
a Shana.
- Mocoso… ¿¡DÓNDE ESTABAS!? – dijo Ryu alterado. Ren se pegó
a las piernas de la princesa y miro enfurruñado a Ryu.
- Eso no te importa. – contestó.
- Ren… están todos muy preocupados, ¿por qué te fuiste? –
dijo Shana agachándose para ponerse a su altura mientras le sujetaba por los
hombros.
- ¡Es que estoy enamorado de ti, onee-san! ¡Y los demás no
hacían más que molestarme! – dijo él.
Ryu se molestó, con
lo que le había costado a él decirlo e iba este pequeñajo y se lo soltaba sin
más.
- Mira Ren… yo soy demasiado mayor para ti, casi una vieja.
– bromeó Shana.
- ¡Eres muy joven! – aseguró él.
- A lo que me refiero es a que deberías buscar a una chica
que vaya mejor contigo, alguna de tu guardería o… - se lo pensó mejor - Quizás
empezar a pensar en eso dentro de unos años. Además de que ahora no puedo salir
contigo, hombrecito. – siguió ella mirando a Ryu.
- Joou… pero… si yo creciera… ¿Te enamorarías de mí?
- Probablemente sí. – Shana sonrió.
- ¿Podrías esperar entonces a que me haga mayor? – Ren
parecía muy ilusionado ante la idea.
- Si me lo pones así… podría.
Ryu gruñó malhumorado, le habían quitado a la chica en unos
segundos.
- Y ahora, como los dos os habéis declarado directamente, no
me queda más remedio que compensároslo. – Shana se acercó a cada uno y les dio un beso en la mejilla.
Seguidamente sacó el móvil como si nada y llamó a Cami, que
enloqueció en cuanto escuchó que su cachorrillo estaba bien, tanto, que empezó
a hablar en japonés.
Shana, Ryu y Ren fueron de camino a casa de la mano. En
cuanto llegaron a casa y Castiel vio a su hijo le dio una colleja y luego le
abrazó.
- ¡GATIIIITO MÍO! ¡NO VUELVAS A HACER ALGO ASÍ! – le gritaba
Cami, que aquella hora de búsqueda le había parecido una eternidad. – Y ahora
pídele disculpas a todos, que a tu padre casi le da un infarto de esos que le
pasan a los viejos.
- Lo siento, no lo volveré a hacer. He sido muy caprichoso.
– dijo Ren avergonzado.
- No te preocupes cariñín, mientras le hagas caso a mami
todo estará bieeen~. – decía Sanae.
- ¡Eso, eso! ¡Sé un buen niño! – le gritaba Alice.
- Eso también va por ti. – le dijo Sanae.
Las niñas rodearon a Ren en una emboscada y lo llevaron a
jugar a su cuarto.
- Nyaaa – Cami bostezó – Será mejor que nos vayamos a dormir
dentro de un rato, Castielín, mañana tienes ensayo con la banda temprano,
¿verdad?
- Sí, pero nunca está de más hacer cosas cochinas antes de
dormir. – dijo él apoyándose en la espalda de Cami mientras la abrazaba por la
cintura.
- Pero que guarros. – murmuró Sanae. – Sin vergüenzas.
- Mira quién habla, vieja verde. – le contestó Cami. – Pero…
me da la sensación de que hemos olvidado algo.
En algún lugar de la ciudad…
- ¡Reeeeeeen! ¿¡Cómo es posible que no aparezcas por ningún
sitio!? – gritaba James.
Se habían olvidado del doctor sexy.
pobre doctor sexy Jajajaja XD
ResponderEliminarCami, el capítulo extra ha estado sublime, la mar de diver, dramático y romántico, en serio, se me ha escapado una lagrimita.. Jejeje.. pero ha sido genial. XD
I love this fanfiction and you~~
Has tenido de cas de todo en un mismo cap, todo compactado (?)
Eliminar*le da un pañuelo* xD
Ya sé que me amas <3 Soy amadable(???????)
shfxavdtcuyvffgcdtufrgdgcfv mientras sigas subiendo capitulos asi podre seguir viviendo :3 pobre James XDDDD hoy estaba totalmete marginado xDDD los churumbeles son lo mejor, me encantan!!
ResponderEliminarBah, pero dije que después de este no subiria más :'3 Así que lo siento Ana-chan asdasdasdsa :'c
EliminarY sí, es que James ha pasado de moda (?????) XD AMADLO AUN ASÍ!
CHURUMBELELELLES ~~ (8)
Me alegro de que te haya gustado :'3 Está hecho con mucho amor <3
pero no vas ha avandonar el blog, se vez en cuando subiras alguna fistoria no? ;___; di que si, pos lloro TT3TT
EliminarNo, no lo abandonaré. Tengo que subir otros capítulos viejos, y no creo que suba nada nuevo, a menos que me de por escribir algo, pero lo dudo...
EliminarY estoy con otras historias, pero aún están en proceso xD Quizás, si me atrevo, escribiré otro fanfict en el foro, pero no estoy muy segura de ello :'3
si haces otro fanfic en que sea del foro avisame!!! porfaaa
ResponderEliminarOkiii :'3 Prometo avisarte xD
Eliminar